La mañana del viernes, cientos de personas se concentraron frente al centro de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Chicago, en rechazo a la presencia de la Guardia Nacional de Texas, enviada por la administración de Donald Trump para apoyar redadas migratorias, informó EFE.
Aunque se esperaba el despliegue de unos 200 soldados texanos, la medida quedó suspendida temporalmente. La jueza federal April M. Perry bloqueó el operativo al considerar que no existen “pruebas creíbles” de una posible “rebelión”, argumento que había utilizado el Departamento de Justicia para justificar el envío de tropas desde el sur del país.
En el lugar permanecen apostados unos 50 efectivos de Texas, a la espera de nuevas órdenes, mientras los manifestantes exigen la liberación de los detenidos y mayor transparencia sobre los operativos migratorios.
La policía de Chicago refuerza el operativo
Cuatro helicópteros sobrevolaron la zona y varias calles fueron cortadas por las patrullas de la policía de Chicago, que desplegó al menos cincuenta agentes para contener la protesta. A diferencia de semanas anteriores, la jornada transcurrió mayormente en calma, aunque hubo momentos de tensión.
Tres manifestantes cruzaron el perímetro de seguridad y fueron detenidos tras ser golpeados con porras por la policía, lo que provocó abucheos del resto de los presentes. Las pancartas repetían consignas como “Fuera ICE de Chicago”, “Los inmigrantes son bienvenidos” y “Ningún ser humano es ilegal”.
Chicago impone nuevas reglas para las protestas
En las últimas semanas, se habían registrado choques más violentos entre los manifestantes y la policía, que llegó a usar gases lacrimógenos y balas de goma. Para prevenir nuevos incidentes, el ayuntamiento (bajo administración demócrata) ordenó cercar el centro de detención con vallas metálicas y fijó las 18 horas como límite para ejercer el derecho a la protesta en la zona.
La suspensión del despliegue de tropas de Texas se percibe como un respiro temporal, pero la tensión entre las autoridades y la comunidad inmigrante sigue creciendo en una ciudad que históricamente ha sido refugio para miles de familias latinas.





