Ese día la madre advirtió que su hija mayor tenía conversaciones llamativas en su celular. En uno de los diálogos por Whastapp notó que el padrastro le pedía que borrara el contenido de los mensajes anteriores y de hecho los textos habían sido eliminados. La mujer le consultó a su hija qué es lo que ocurría y allí la niña le confesó que desde hacía dos años era víctima de reiterados abusos sexuales por parte del hombre. Minutos después, su hermanita menor contó que sufría la misma situación.
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Ese mismo día la progenitora radicó la denuncia y la Fiscalía de Delitos Sexuales ordenó la captura del sospechoso de 42 años -se reserva su identidad para resguardar la de las víctimas- el 1 de febrero siguiente. Fue imputado por dos expedientes de abuso sexual con acceso carnal agravado por la convivencia con un menor de edad en indeterminada cantidad de veces. Quedó alojado en la penitenciaría, lugar del que no saldrá al menos durante una década.
En un principio el hombre declaró en el expediente, clamó por su inocencia y hasta deslizó una sospecha sobre el padre biológico de las víctimas por su pasado carcelario. Sin embargo, a medida que avanzó la investigación comenzó a estar acorralado por las evidencias.
Por un lado, las menores brindaron su testimonio en cámara Gesell. Los relatos fueron creíbles y precisos. Las niñas detallaron que los ataques se producían cuando su madre dormía o no estaba en el domicilio, que su padrastro les hacía ver películas pornográficas y que intentaba violarlas prácticamente todos los días. La situación llegó a tal extremo que la niña de 15 años se descargó una aplicación en su celular para saber los días en que ovulaba y tratar de evitar los abusos esas jornadas para no quedar embarazada.
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Los exámenes físicos que realizó el Cuerpo Médico Forense (CMF) encontraron lesiones en las partes íntimas de las víctimas que eran de vieja data. Mientras que los psicólogos detectaron múltiples indicadores de abuso sexual, como crisis de nervios, ataques de ira y hasta epilepsia.
El viernes pasado, la jueza Mariana Gardey condenó al Chacal a una pena de 10 años y 6 meses de prisión en un juicio abreviado donde el sujeto terminó admitiendo haber cometido los hechos y pactó esa sentencia con la Fiscalía de Delitos Sexuales.