Si hay algún motivo por el cual Gil Pereg (38) no ha respondido en un juicio por los asesinatos de las israelíes Pyrhia Saroussy (63) y Lily Pereg (54) es por los planteos que han realizado sus abogados defensores. Pero este jueves hubo una audiencia donde los que se enfrentaron fueron otras personas.
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En las distintas ocasiones que se ha debido resolver algún asunto del expediente -generalmente ligado a la salud mental del acusado-, la Fiscalía de Homicidios ha tenido como contraparte a la defensa del israelí. Los jueces que han resuelto han sido Sebastián Sarmiento, en primera instancia, y Eduardo Martearena, en segunda.
Pero este miércoles fue el propio Martearena quien se cruzó con el fiscal jefe de Homicidios, Fernando Guzzo. Es que este último había intentado apartar al magistrado del expediente.
La recusación tuvo lugar luego del polémico caso de la Valija Fúnebre, donde un jurado popular condenó a tres personas por un homicidio agravado y el juez Martearena los condenó a 25 años de cárcel en lugar de a prisión perpetua, tal como contempla el Código Penal.
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Palabras más palabras menos, el magistrado consideró que esa pena atemporal es inconstitucional porque no tiende a resocializar a los presos -postura que ha mantenido históricamente-.
Y claro, como Gil Pereg arriesga la única pena de prisión de perpetua, el fiscal Guzzo decidió recusar al juez.
Lo cierto es que tras la cumbre judicial de este jueves los jueces Luis Correa Llano, Rafael Escot y Gonzalo Guiñazú consideraron que Martearena puede seguir entendiendo en la causa. Vale aclarar que si el presunto doble homicida llega a juicio por jurados se deberá elegir a otro juez técnico para que modere ese debate.
El hecho
Saroussy y Pereg llegaron a Mendoza el 11 de enero pasado para visitar al hijo de Saroussy, Nicolás Gil Pereg -así se hacía llamar-, quien vive en la provincia desde hace diez años aproximadamente. Al día siguiente se reunieron con el hombre y los tres fueron juntos hasta el lugar donde vivía en condiciones de poca higiene: un predio ubicado en las inmediaciones del cementerio de Guaymallén. Desde ese momento, no fueron vistas nunca más.
Gil Pereg fue sospechoso por su extraño modo de vida -vivía como un marginal pero tenía 3 millones de pesos en su domicilio-, aunque nunca se pudo encontrar pruebas para vincularlo. La Justicia investigó el caso como una averiguación de paradero hasta el 25 de enero cuando un cotejo con una mancha hallada en su domicilio determinó que era sangre de las víctimas. Esa misma jornada fue detenido y al día siguiente se encontraron los cuerpos.
Lily Pereg, quien era docente de microbiología en Australia, fue ultimada de tres disparos. En tanto que la madre del acusado fue estrangulada. Ambas fueron empaladas con un hierro de construcción cuando ya estaban sin vida.