Por la voz profunda, los tonos, las asombrosas interpretaciones en guitarra y hasta por los gestos y las poses.
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Raúl Aguilera es el mismísimo Gustavo Cerati en escena.
El menú de canciones fue súper generoso y bien ochentoso: Sobredosis de tevé y Signos -hizo levantar y bailar al público-, entre otras, dieron paso a Cuando pase el temblor, Trátame suavemente y Me verás volver, que marcó una etapa clave en la mítica banda del rock nacional.
Las luces, el sonido y el desarrollo del espectáculo nos hicieron sentir, por momentos, en una ceremonia casi íntima. También el cara a cara de los Bokanegra con el público, salpicado de amigos y fans que se sumaron a muchos que los disfrutaron por primera vez.
Bokanegra es Soda Stéreo hace más de veinte años y se nota cómo el laburo, la constancia y el perfeccionamiento ponen a la audiencia frente a un show perfecto para los amantes de Cerati y los suyos.
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La música de los ´80 y ´90 tuvo un gran momento en el Teatro Mendoza de la mano de Bokanegra.
Destacable que el espectáculo comenzara puntualmente y eso tenía una explicación: el repertorio era importante en cantidad y calidad. También destacable en épocas de conciertos que apenas superan la hora y media de duración.
Era imposible que desde el escenario llegaran todas las canciones de Soda, por eso algunos se fueron -nos fuimos- con ganas de Prófugos...
Pero eso qué importa, si salimos cantando -cada uno su canción preferida, Hombre al agua en mi caso- y pensando que mientras Bokanegra salga a escena, la presencia y el fuego sagrado de Soda Stéreo seguirán intactos y sólo será cuestión de seguir a los mendocinos en sus redes para agendar el próximo show.
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