Matías Jannello - Fábrica de cerámicas Colbo - vajillas artesanales
Matías Jannello es el heredero de la fábrica de vajilla cerámica Colbo.
Foto: Axel Lloret /Diario UNO
“Mi idea fue afirmar el modelo de mi mamá, pero con mi socio Martín lo llevamos a un formato más funcional”, afirma el heredero de las cerámicas Colbo.
“Ella producía unas 2.000 piezas por mes, nosotros llegamos a 6.000. Le metimos tecnología, sin perder el alma de Colbo pero haciendo la vajilla de utilidad y no sólo de arte o diseño”, cuenta Matías Jannello a Diario UNO, desde la fábrica, entre máquinas y hornos que no se detienen.
Una fábrica que diseña vajilla con raíces
Colbo produce vajilla de gres, un material de alta resistencia y baja porosidad, dirigido a un público gourmet –profesional o aficionado– que busca piezas de calidad, identidad y durabilidad. Cuentan con nueve modelos en los más sofisticados colores y tonalidades, aunque por fuera se mantiene el tono marrón original de la cerámica.
A diferencia de muchos talleres cerámicos que dependen de materia prima externa, en Colbo trabajan con insumos propios, procesados en su planta.
“Tenemos materia prima propia, arcilla que extraemos de Cacheuta y el Cañón del Atuel. Usamos una máquina filtroprensa que elimina el agua, luego amasamos y dejamos lista la masa para moldear”, detalla Jannello, que a sus 77 años sigue al frente del proyecto con la energía de quien no se resigna al legado olvidado.
Fábrica de cerámicas Colbo - vajillas artesanales
Cerámicas Colbo fue fundada a principios de los años '50. La fábrica retomó su actividad en 2007.
Foto: Axel Lloret /Diario UNO
Cada pieza es pesada, cortada, lijada y cocida con precisión. “Una semana puede llevar todo el proceso. El horno lleva la cerámica a su punto de maduración. Eso la hace resistente, durable. Después se esmalta, se limpian los bordes, y así cada vajilla queda lista para usar, sin pintura en el exterior: se mantiene el color natural del gres”, describe Matías el modo de fabricación de las cerámicas en una visita guiada que ofreció para Diario UNO.
Una fábrica con historia familiar y deseos (des)encontrados
Colbo no es sólo una marca de vajilla, sino también la continuación emocional y conceptual de una historia familiar atravesada por el arte y la arquitectura.
Colette Boccara dejó una huella profunda en el diseño nacional e internacional. Sin embargo, su hijo revela una relación compleja con esa herencia: “Mi madre no quería que yo siguiera con la historia de Colbo. Quería que muriera con ella. Así que todas las máquinas estuvieron paradas hasta que ella fallece, en 2005”.
El regreso fue impulsado por el diseñador y editor Wustavo Quiroga, quien lo animó a reabrir la fábrica y lo puso en contacto con Endrizzi.
Matías Jannello - Fábrica de cerámicas Colbo - vajillas artesanales
El hijo de la fundadora de la fábrica le dio un diseño de uso cotidiano a la vajilla creada por su madre, Colette Boccara.
Foto: Axel Lloret /Diario UNO
“En 1995 hice un viaje con mi madre por toda Europa. Volvimos y compré todo: maquinaria, compresores… Pero no pude usar nada hasta mucho después”, recuerda Jannello.
Hoy, en el local de ventas de Colbo, ubicado en la misma fábrica sobre calle Pascual Segura de Las Heras, se exhiben no sólo sus vajillas actuales sino también diseños de Colette, restaurados o donados por clientes, y una silla emblemática creada por César Jannello, su padre, otro referente del diseño argentino.
Mis padres fueron muy vanguardistas. Muchas de sus obras están en museos y colecciones privadas. Pero como hijo, no fue fácil. Eran profesionales a tiempo completo cuando eso era poco común en los años ’50. Nosotros, los hijos, crecimos un poco solos Mis padres fueron muy vanguardistas. Muchas de sus obras están en museos y colecciones privadas. Pero como hijo, no fue fácil. Eran profesionales a tiempo completo cuando eso era poco común en los años ’50. Nosotros, los hijos, crecimos un poco solos
De Mendoza al mundo, la fábrica quiere tener más presencia local
Desde su reapertura, Colbo se consolidó en la escena del diseño y la gastronomía nacional. Participó de ferias como Masticar y Caminos y Sabores, fue distinguida con el Sello de Buen Diseño (Ministerio de Industria, 2011), y premiada en la Bienal Iberoamericana de Diseño (España, 2012).
Su vajilla es elegida por chefs, bodegas, restaurantes y hasta por el programa de televisión de los hermanos Petersen que se transmite en El Gourmet TV.
Pero el gran salto llegó casi por azar: “En una feria en París, a la que fuimos invitados por Cancillería Argentina, nos descubre una curadora japonesa del MoMA. Nos pidió 1.000 piezas, a los meses nos pidió 4.000 más. No podíamos creerlo. En poco tiempo cumplimos con todo sin detener la producción local”, comenta Jannello sobre el desembarco de Colbo en uno de los museos de arte moderno más importantes del mundo.
Cerámicas Colbo en el MoMA de Nueva York.jpeg
Imagen de una parte del stand de cerámicas Colbo en el MoMA de Nueva York.
Foto: Gentileza Martín Endrizzi
Aunque el reconocimiento internacional los posiciona como referentes -siguen vendiendo al MoMA y otros espacios del exterior-, en Colbo no pierden de vista su comunidad. “Queremos hacernos fuertes en Mendoza, que nosconozcan más en Cuyo. En San Juan o San Luis no nos conocen, y es culpa nuestra”, reconoce Matías Jannello.
Y también abre las fronteras con su anhelo de instalarse más fuertemente en Chile. “Queremos crecer en Chile: en junio vamos a una feria de diseño muy importante en Santiago”, anuncia.
Un equipo joven para un legado que sigue haciendo historia
Uno de los pilares actuales de la fábrica es el equipo de trabajo, compuesto en su mayoría por jóvenes menores de 30 años, muchos de los cuales ingresaron a través de un programa de empleo municipal de Las Heras.
“Todos pasan por todas las áreas. Queremos que entiendan todo el proceso, desde el amasado hasta el horno y el embalaje de la vajilla”, aclara Jannello ante la vista de consentimiento de sus empleados.
Entre ellos está Alexia, quien tiene 25 años, empezó a los 20 siendo Colbo su debut laboral, hoy espera su segundo hijo y trabaja junto a su marido y su hermano.
Fábrica de cerámicas Colbo - vajillas artesanales
La fábrica Colbo está integrada hoy por un equipo de jóvenes trabajadores.
Foto: Axel Lloret /Diario UNO
Además de producir vajillas artesanales, Colbo desarrolla maquinaria cerámica específica, contribuyendo a un sector que de otro modo debería importar tecnología.
Están diseñando una línea de producción con tornos que les permite triplicar la capacidad instalada. “No somos exportadores masivos, porque en Argentina se exporta grano, materia prima, pero no manufactura. Igual hacemos las cosas bien, a nuestra escala, en el exterior”, manifiesta Jannello.
Durante la pandemia, Colbo fue una de las pocas empresas del rubro que supo adaptarse al comercio online. “Vendimos muchísimo. Éramos líderes en venta digital cuando casi nadie lo hacía”, recuerda Matías con orgullo.
El futuro de la vajilla Colbo, en clave cotidiana
Aunque Colbo llegó al MoMA de Nueva York y de Japón -y a galerías, museos y locales exclusivos de diseño en España, Bélgica, Alemania, Francia y Suiza- su verdadero objetivo es más cotidiano: volver a las mesas de todos los días de los argentinos, y en especial de los mendocinos.
“Queremos que la gente use nuestra vajilla todos los días. Que no sea un objeto de museo o de colección, sino parte de la vida real”, exclama Matías Jannello.
Fábrica de cerámicas Colbo - vajillas artesanales
La taza es uno de los más recientes modelos diseñados en Colbo que amplía su vajilla.
Foto: Axel Lloret /Diario UNO
Entre memorias familiares, hornos encendidos y un equipo joven que aprende haciendo, Colbo no es sólo una fábrica de cerámicas.
Es el testimonio tangible de que diseño, tradición y tecnología pueden convivir en un comercio. Y que una marca puede renacer con más fuerza cuando está impulsada por una historia, una pasión y un legado que supera los vertiginosos cambios del mercado.