Argentina alberga pueblos donde los viñedos escalan cerros nevados y un cablecarril de 35 kilómetros sobrevuela abismos como un vestigio del auge minero del siglo XX. Este lugar se posiciona como el epicentro turístico para quienes buscan un blend de historia industrial y enoturismo.
Se trata del pueblo de Chilecito, en la provincia de La Rioja, con aproximadamente 60.000 habitantes, por lo que es la segunda ciudad más poblada de la provincia y registró un crecimiento turístico de casi el 20% desde 2010. Genera $1.200 millones anuales en turismo y vitivinicultura, representando el 80% de la producción de vinos riojanos.
El pueblo con una particularidad turística
En su fundación, el nombre "Chilecito" surgió por la llegada de 2.000 mineros chilenos atraídos por las vetas de oro y cobre de Famatina. En 1885 inició la construcción del cablecarril La Mejicana, inaugurado en 1906 como el más largo del mundo en su época. Luego fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2001 y transportó 1 millón de toneladas de mineral hasta 1927.
Sus dotes turísticos giran en torno al cablecarril, con 13 estaciones restauradas que permiten hikes guiados de 4 horas y vistas al Nevado de Famatina. También tiene bodegas que producen millones de litros anuales de vino torrontés, con catas en viñedos.
El 40% de los turistas que recibe este pueblo son de Buenos Aires y Córdoba, con un 25% brasileño vía Ruta Nacional 40, según encuestas del Ente Norte 2024. El Cristo del Portezuelo es una estatua de 8 metros erigida en 1942 en el cerro homónimo que ofrece un mirador panorámico de 360° al valle y recibe 10.000 peregrinos en Pascua.
En febrero, la Fiesta Nacional del Torrontés congrega 20.000 personas con 50 bodegas participantes, el evento enoturístico más grande del NOA fuera de Salta.
Chilecito es un pueblo enológico en La Rioja, donde cablecarrieles históricos y viñedos nevados narran la epopeya minera. Sus 65.000 visitantes anuales, ocupación del 92% en feriados y fiesta del torrontés lo coronan como el pueblo para elevarse en historia y sabores, regresando con el eco del cable y el bouquet del vino en la memoria.






