Martin Williams recorría un campo arado en Dorset, al sudoeste de Inglaterra, cuando su detector de metales emitió una señal. Lo que sacó de la tierra parecía un simple juguete, algo que un niño podría haber perdido. Sin embargo, aquel objeto sin importancia aparente terminó siendo un descubrimiento de casi dos milenios de antigüedad.
Los expertos locales no tardaron en confirmar las sospechas. El broche es un "artículo inusual para Dorset" y tampoco es un tipo común a nivel nacional. Este descubrimiento suma evidencia sobre la presencia romana en la zona, un dato curioso porque ningún camino de esa época cruza directamente el campo. La arqueología del lugar sigue dando sorpresas.
El sitio ya es conocido por otros hallazgos impresionantes. Catorce cabezas de hacha de la Edad del Bronce, que ahora están en el Museo Británico, salieron de esa misma tierra. A ellas se suman más de 30 monedas del Imperio Romano y dos anillos medievales, cada uno valorado en más de 1.000 libras esterlinas, demostrando la riqueza histórica de Inglaterra.
Los broches no eran simples adornos en la Britania romana. Cumplían un papel funcional para sujetar la ropa y, al mismo tiempo, eran una muestra de riqueza, identidad y estilo regional. Este tipo de descubrimiento es frecuente en toda Europa y ofrece información sobre la vida cotidiana de la gente común.
Para Williams, la arqueología es una pasión. Dedica gran parte de su tiempo libre a explorar los campos locales con un detector de segunda mano. En apenas cuatro años como detectorista, llenó "30 cofres de porcelana" con artefactos, desde anillos medievales hasta monedas antiguas.
La detección de metales como pasatiempo
El hobby de la detección de metales vive un auge en Inglaterra. La comedia de la BBC Detectorists inspiró a muchos nuevos entusiastas en todo el país. La demanda es tan alta que algunos grupos de aficionados ya no aceptan nuevos miembros. Cada descubrimiento alimenta el interés general.
La Ley del Tesoro de 1996 regula esta actividad. Cada detectorista tiene la obligación legal de informar sobre hallazgos que puedan calificar como tesoro, generalmente objetos de más de 300 años con metales preciosos. La arqueología se beneficia de esta norma, ya que permite que los museos adquieran las piezas a cambio de una recompensa para el descubridor y el propietario del terreno.
Williams ama la emoción de encontrar algo que nadie tocó durante siglos. "Me encanta la emoción de encontrar algo intacto durante cientos, a veces miles de años, y luego vincularlo con la historia", explicó. Este descubrimiento es una prueba más de que el pasado del Imperio Romano todavía espera bajo los campos de Gran Bretaña.