En Argentina, una resolución del RENAPER permite desde hace algunos años, ponerle nombres raros a los niños, algunos de origen extranjero o a veces inventados, y a partir de ese momento comenzó a escucharse algún nombre poco común o desconocido para la costumbre argentina.
Llegar a un acuerdo entre papá y mamá no es tarea fácil. Más aún cuando hay otro integrante de la familia que quiere imponer su idea y allí puede complicarse la situación, pero en la mayoría de los casos, el diálogo ayuda a resolver la situación y surgirá el nombre que conforme a todos.
Más allá de que llegar a un acuerdo con el nombre del nuevo integrante de la familia siempre lleva su tiempo, con mucha polémica entre medio, en muchos la familia deja de lado ese nombre de pila que tanto costó encontrar para empezar a llamar al bebé con un sobrenombre.
Si bien esto tiene que ver con llamarlos con afecto o que suenen más dulces, toda la discusión por llegar a un acuerdo por el nombre quedó en nada.
El registro del RENAPER tiene un nombre de cuatro letras que en la historia del organismo que solo una vez registrado. Aunque se trata en realidad es un apodo, una persona fue inscripta con el nombre Pipo.
Al igual que los sobrenombres Cacho, Pepe o Tito, Pipo es una forma de llamar a los niños que se llaman José o Carlos. Esto surge de la deformación de esos nombres o en su defecto, de sus diminutivos. Como solo en una ocasión se anotó en el Registro Civil de las Personas a un bebé con ese sobrenombre, en la actualidad hay un adulto en Argentina que se llama legalmente Pipo.
De acuerdo a la Ley 18.248 de nombres (vigente con modificaciones) que rige para el RENAPER, se permite inscribir nombres “de uso corriente siempre que no sean ofensivos ni ridículos". A partir de esta resolución los padres fueron habilitados para inscribir a su hijo como “Pipo” como nombre principal o de pila, algo que nunca más se repitió.
Significado: al no ser un nombre formal, no tiene un significado propio como nombre en los diccionarios onomásticos tradicionales. Su valor está en lo afectivo y familiar: transmite cercanía, ternura, simpatía.
Origen italiano: diminutivo de Giuseppe (equivalente a José). En Italia, “Pippo” es muy común, y en la inmigración italiana hacia Argentina y otros países, se transformó en Pipo.
Origen español: apócope de “Felipe”: en el mundo hispano, se acortó a Pipe, y luego se deformó a Pipo.