Neptuno es el octavo planeta del sistema solar y, por lo tanto, el más lejano al Sol. Durante siglos fue totalmente invisible para los astrónomos, hasta que su existencia se reveló de una forma sorprendente: con cálculos matemáticos.
Neptuno es el octavo planeta del sistema solar y, por lo tanto, el más lejano al Sol. Durante siglos fue totalmente invisible para los astrónomos, hasta que su existencia se reveló de una forma sorprendente: con cálculos matemáticos.
A diferencia de los demás planetas del sistema solar, Neptuno no fue descubierto mirando al cielo y analizando, sino a través de cálculos matemáticos que hicieron dos científicos sin conocerse. Su existencia fue predicha en el siglo XIX, mucho antes de que alguien lo observara con un telescopio.
Todo comenzó cuando los astrónomos notaron irregularidades en la órbita de Urano: el planeta no se movía como predecían las leyes de Newton. Esto hizo pensar que una masa desconocida estaba ejerciendo su influencia gravitatoria desde más allá.
Lo extraño es que el contexto en el que se descubrió este planeta es totalmente extraño, pues quienes lo hicieron no se conocían. Hicieron los descubrimientos por separado. El 23 de septiembre de 1946, el astrónomo alemán Johann Galle y su asistente Heinrich d’Arrest apuntaron su telescopio desde Berlín hacia un espacio específico del cielo.
Por supuesto, no fue una decisión elegida al azar, sino que en realidad seguían con precisión los cálculos enviados por el francés Urbain Le Verrier, quien había deducido la existencia de un nuevo planeta basándose en desviaciones en la órbita de Urano. Allí es donde vieron a Neptuno, gracias a las predicciones de los cálculos matemáticos.
El hallazgo de Neptuno fue un hecho histórico, pues se trataba del primer planeta descubierto gracias a las matemáticas antes que a la observación directa. Esto demostró el enorme poder predictivo de la ciencia y consolidó la confianza en las leyes de la física de Newton.