La filmación de videoseguridad reveló que el sábado 11 de mayo de 2013 a las diez y media de la noche un encapuchado se había apoderado de uno los símbolos más enraizados en la mendocinidad: la corona de la Reina Nacional de la Vendimia.
Gobernaba Paco Pérez y la malargüina Candela Berbel saboreaba el éxito de haber sido electa dos meses antes en el Frank Romero Day. Ella había sido la última usuaria del accesorio valuado en 30.000 dólares.
La corona fue quitada de su bella figura bajo custodia del GES, al cierre de la coronación en el anfiteatro, la noche del sábado 2 de marzo, y enviada de regreso a la joyería Vendemmia de Ciudad, donde habitualmente estaba en guarda. Por seguridad. Para las demás oportunidades la Reina portaba una réplica.
El robo fue descubierto el lunes 13 de mayo a primerísima hora, cuando un grupo de albañiles detectó un boquete en la parte trasera del local de la emblemática familia de joyeros. Rápidamente la sospecha se centró en una obra en construcción lindera a Vendemmia. Los delincuentes también se habían llevado joyas y dinero en efectivo sin romper cerraduras.
La desaparición del símbolo desataría una rabieta fenomenal en Pérez. No era para menos. Semejante escándalo ensombrecía la inminente visita del presidente de Brasil Lula da Silva, a quien le hablaría de lo provechoso de reactivar el proyecto Vale de sales de potasio. Hasta del Tren Trasandino conversarían durante el cara a cara. Pero el bochorno de la corona se llevaba la tapa de los diarios. Y eso, a Paco, como a cualquier gobernante, le puso los pelos de punta.
Carlos Aranda era ministro de Seguridad. Cielo y tierra movió el funcionario en busca de la corona. Hasta el mundo y el submundo del delito estaban alertas. Alguien debía saber dónde estaba la corona. Alguien podría aportar alguna pista.
En el Gobierno temían quedar en la historia como en 2001 con el robo de las joyas bibliográficas ocurrido en la Biblioteca San Martín durante la gobernación de Roberto Iglesias.
Robo por encargo de un coleccionista fue la primera hipótesis investigada. ¿La desarmarían? ¿La fraccionarían para vender el oro, el zafiro y los brillantes, la plata y el platino? La cabeza de la gestión estatal volaba de furia.
Hasta el primer mandatario se quejó públicamente de la efectividad del monitoreo de la empresa privada de seguridad.