En la era del individualismo y la simulación en redes, dar lugar a nuestras parejas para entrar en ese yo tan privado e intimo, es cada vez más difícil. Nuestros vínculos son posibles cuando dejamos de simular y perdemos el miedo a comprometernos. Tememos ser descubiertos en nuestra verdadera esencia.
Además, el amor es visto como un sistema de producción y consumo, de necesidad y demanda donde se teme perder beneficios y se evita ceder ganancias. Los vínculos se vuelven un juego para obtener lo mayor posible sin comprometerse por completo ni perder libertades.
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Temer en todas partes: el miedo al compromiso como experiencia de vida
El miedo al compromiso también aparece en otros aspectos de la vida como el ámbito laboral y en simples elecciones de la rutina. Las personas que temen aburrirse o caer en lo cotidiano muchas veces optan por vivir experiencias cortas sin interiorizarse demasiado.
Es así como no sólo en los vínculos amorosos puede existir un tendencia a mantenerse en los grises. La ley del mínimo esfuerzo en las actividades de la vida también es una seña de miedo al compromiso. Según el psicoanalista Abadi, el compromiso es una elección que requiere trabajo para perdurar y mantenerse en el tiempo. Justamente, es el pensamiento a largo plazo el que desespera a aquellas personas con miedo al compromiso.
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¿Cómo trabajar el miedo a comprometerse?
No abrirse a vínculos comprometidos puede perjudicar nuestras relaciones sociales. Según Abadi alcanzamos la felicidad en relación al otro y combatiendo el narcisismo en nuestras relaciones de pareja. Existen una serie de consejos para detectar y trabajar el miedo al compromiso:
- Aprender a compartir con el otro y recibir aquello que el otro comparte con nosotros.
- Trabajar la confianza y comunicación en la pareja
- Detectar las causas del miedo
- Buscar ayuda profesional
- Evitar la autocritica y confiar en el proceso