Este pueblo de la región de América del Sur es pequeño en tamaño pero gigante en presencia. Este destino único en el mundo nos invita a desacelerar, a mirar hacia arriba, a escuchar el rumor de las piedras y a descubrir que el lujo más valioso puede nacer de la sencillez, de lo auténtico.
Este pueblo te va a recibir como mereces, con respeto, curiosidad y el sentido de que estás entrando en un espacio que fue elegido, entre todos los pueblos del mundo, como el más bello de todos. Te contamos en que lugar de América del Sur se encuentra.
El pueblo más hermoso del mundo está en América del Sur: ni en Brasil, ni en Colombia
En ese rincón alto y silencioso del norte de Argentina, el viento parece contar historias antiguas y la tierra se abre en paletas de colores imposibles. Maimará, en la provincia de Jujuy, ha sido elegida por ONU Turismo como el “Mejor Pueblo Turístico del Mundo 2025” tras imponerse entre más de 270 candidaturas provenientes de 65 países.
La vida en este pueblo de América del Sur aún resuena al ritmo de la Pachamama. Sus habitantes cultivan flores ,rosas, gladiolos, claveles, y trabajan viñedos de altura que desafían al viento y al frío. Caminar por las calles de este pueblo de Argentina es encontrarse con la auténtica hospitalidad andina: la mesa servida con locro, empanadas jujeñas, picante de lengua, el saludo cálido, y la historia viva.
¿Por qué este pueblo de América del Sur fue elegido cómo el mejor del mundo?
El reconocimiento a este pueblo no es solo por belleza escénica, sino también por aquello que no siempre se ve: el compromiso comunitario con el turismo sostenible, la preservación del patrimonio cultural y natural, y una identidad que resiste los embates del turismo de masas.
Para vacacionar en 2025, el pueblo de Maimará se presenta como más que un destino: es un encuentro. Un encuentro con paisajes que sobrecogen, con tradiciones que palpitan, con un destino en América del Sur que no se ha vendido al fácil brillo del espectáculo sino que conserva su modo de vida. Pasear por sus viñedos al atardecer, dormitar bajo un cielo limpiísimo de estrellas, ver las montañas cambiar de tono al caer la tarde, todo ello adentra al viajero en un repertorio de momentos que no se olvidan.
Los muros de adobe de este pueblo guardan el paso del tiempo; el río Grande murmura bajo los puentes y las montañas dibujan el horizonte con estratos que parecen pinceladas de un pintor que olvidó detenerse. La famosa formación conocida como la Paleta del Pintor es un espectáculo visual: franjas rojizas, ocres, violetas que parecen temblar con la luz del atardecer.






