La sal es un ingrediente abrasivo natural, ideal para eliminar manchas difíciles y residuos que se acumulan con el tiempo en vasos y tazas, sobre todo si se usan para el té o café y quedan esas manchas marrones que parecen imposibles de quitar. A diferencia de productos químicos más agresivos, la sal limpia sin dañar las superficies.
Con solo espolvorear un poco de sal sobre una esponja húmeda o directamente sobre los vasos, puedes frotar suavemente y ver cómo desaparecen las marcas amarillas, el sarro o la suciedad. También ayuda a neutralizar malos olores y tiene propiedades antibacterianas, por lo que resulta una excelente aliada en la higiene cotidiana de la cocina.
Además de los beneficios que mencionamos anteriormente, la sal se ha utilizado durante siglos como purificador energético. Muchas culturas creen que los objetos que usamos con frecuencia, como tazas y vasos, absorben energías que pueden ser tanto positivas como negativas.
Limpiar estos objetos con sal ayuda a “descargarlos” y renovarlos. Solo hace falta disolver sal gruesa en agua y dejar las tazas o vasos en remojo durante unas horas. Luego, se enjuagan con agua limpia. Este pequeño ritual puede ayudarte a mantener no solo tu vajilla limpia, sino también tu espacio más armonioso.