Un bodegón que lleva la milanesa al extremo se convierte en el lugar perfecto para una cena épica o una salida nocturna que termina con la boca en llamas. Su estrella absoluta es la Milanesa Nuclear a $24.000, un plato que combina audacia y abundancia en cada bocado.
En Pepirí 320, en Parque de los Patricios, La Pulpería del Cotorro se posiciona como refugio para quienes buscan porciones gigantes a pasos de la avenida Triunvirato. El salón del bodegón es amplio y rockero, con mesas largas, paredes llenas de stickers y una plancha abierta donde se fríen milanesas que parecen tapar la mesa. La decoración mezcla lo canalla con lo tradicional, creando un ambiente ruidoso donde la música y el olor a fritura lo dominan todo.
El bodegón que ofrece una milanesa nuclear
En una zona donde las milanesas ricas suelen ser caras, La Pulpería del Cotorro responde con un menú que equilibra cantidad y precio. Desde versiones clásicas hasta la Nuclear, cada opción está pensada para compartir o para valientes que quieran enfrentarla solos. Los habitués llegan sabiendo que saldrán llenos y con la lengua picando.
La Milanesa Nuclear a $24.000 es el plato insignia: milanesa de ternera o pollo cubierta de salsa picante, longaniza desgranada, mozzarella fundida y huevo frito coronando la cima. Llega con papas fritas o ensalada y alcanza fácilmente para dos personas que no le teman al fuego.
La carta del bodegón se completa con otras milanesas (napolitana, fugazzeta, a caballo), tortilla de papa gigante, papas fritas con cheddar y panceta, empanadas fritas y sánguches de bondiola. Los grupos encuentran combos para mesas grandes, convirtiendo a La Pulpería del Cotorro en el lugar ideal para cumpleaños, after-office o noches de desafío sin exceder el presupuesto.
La Pulpería del Cotorro se consolida como un clásico imperdible de Parque de los Patricios, donde la Milanesa Nuclear, los sabores potentes y los precios justos se juntan para crear noches memorables. Para quienes buscan comer abundante y con picante en un ambiente canchero sin vaciar el bolsillo, este bodegón es una parada obligada que siempre deja ganas de volver (y un vaso de agua cerca).






