Historias

La vida de Ramoncito en Tupungato a un año de la jubilación: bombo, paseos y la alegría de siempre

Ramón Espilocin, conocido como Ramoncito, con síndrome de Down, celebra un año de su jubilación en Tupungato dedicado al bombo y la percusión

Hace exactamente un año, Ramón Espilocin, conocido cariñosamente como Ramoncito, puso fin a 23 años de impecable trabajo en el municipio de Tupungato. Para quienes lo conocen, no fue un simple adiós al empleo: fue la culminación de una etapa llena de disciplina, esfuerzo y dedicación, marcada por la perseverancia de un hombre con síndrome de Down que supo ganarse el corazón de todos a su alrededor. Hoy está felizmente jubilado.

Ramoncito
La última jornada laboral de Ramoncito en el municipio de Tupungato.

La última jornada laboral de Ramoncito en el municipio de Tupungato.

Hoy, a sus 52 años, Ramoncito disfruta de la libertad que le ofrece la jubilación, pero lo hace con la misma pasión que lo caracterizó en su vida laboral: con rutina, amigos, paseos, música y sobre todo, con su gran amor por la percusión. “Sale muy contento. Tiene todos los instrumentos. Ama el bombo y su profesor lo espera siempre con alegría”, cuenta María, una de sus hermanas, mientras acompaña a Ramoncito a la escuela de arte de Tupungato, donde estudia percusión y desarrolla su talento musical.

Embed - Ramoncito y su pasión por el bombo

Ramoncito sigue siendo una persona de costumbres muy marcadas. Vive con Sandra, su otra hermana, y cada mañana inicia su jornada con un desayuno muy particular: un yerbeado y tres galletas exactas, ni más ni menos, enfatiza María. Luego, dependiendo del clima, sale a recorrer la calle Belgrano, saluda a los vecinos y pasa a ver cómo están sus amigos, especialmente los comerciantes que lo adoran y esperan con ansias su visita.

Ramoncito cumplió 52 años y ya está jubilado

El 31 de agosto de este año, Ramoncito celebró su cumpleaños número 52, una fecha que lo encontró pleno y feliz. La pandemia fue un antes y un después en su vida. “No entendía por qué no podía salir, pasear, trabajar. Fue difícil, estaba enojado con nosotras, creía que no lo dejábamos salir. Un día lo cargué en el auto y le expliqué y le mostré que nadie andaba en la calle”, recuerda María.

A pesar de todo, Ramoncito se mantiene conectado con la modernidad: tiene un celular desde donde envía mensajes de WhatsApp, mira videos de Boca Juniors -su club del alma- y de vez en cuando hace llamadas a sus amigos. En Tupungato, su figura es ampliamente reconocida y querida; su simpatía y alegría lo convierten en un personaje entrañable que deja huella en todos los que lo conocen.

Ramoncito emocionado
La emoción hasta las lágrimas junto al intendente de Tupungato, el último día de trabajo.

La emoción hasta las lágrimas junto al intendente de Tupungato, el último día de trabajo.

“Es una persona dócil, alegre. A veces cuando dice que está aburrido lo llevamos al Shopping, que le encanta. Tiene una mínima jubilación. No tuvo jamás pensión de discapacidad porque mis padres eligieron que él estuviera activo, ocupado, y así fue”, agrega María, resaltando la independencia y vitalidad de su hermano.

Al principio, la transición a la jubilación no fue sencilla; extrañó la rutina laboral, la estructura y la compañía de sus compañeros, pero pronto encontró en la percusión un nuevo foco de energía y felicidad. Esa pasión por el bombo no solo lo mantiene ocupado, sino que también lo conecta con la música y la creatividad, dos pilares que le aportan alegría diaria.

Una despedida memorable en el municipio de Tupungato

La jubilación de Ramoncito fue un evento cargado de emoción. Tras más de dos décadas de labor como cadete en el municipio, el acto final fue a la altura de su historia: regalos, aplausos, abrazos y lágrimas de quienes lo conocieron y acompañaron en su trabajo. Su constancia, puntualidad y predisposición fueron reconocidas no solo por sus colegas, sino también por el intendente Gustavo Aguilera, quien expresó en palabras que aún resuenan:

“Gracias por compartirnos siempre tus sonrisas, tus chistes y ocurrencias. Hoy termina un ciclo de perseverancia y esfuerzo. Tu trabajo no solo ha sido fundamental para la municipalidad en estos 23 años, sino que también fue un ejemplo de superación”.

Ramon feliz
Siempre alegre, rutinario y rodeado de amigos: así transcurre la vida de Ramón.

Siempre alegre, rutinario y rodeado de amigos: así transcurre la vida de Ramón.

El gesto no pasó desapercibido para amigos y familiares: “Amor, simpatía, cariño, responsabilidad, respeto y perseverancia siempre fueron sus pilares. Con gran alegría salía todos los días a su trabajo y era casi el primero en llegar. Un orgullo para todos, a disfrutar esta etapa con el mismo entusiasmo”, le desearon Gaby y César, amigos cercanos. La sensación general fue de gratitud y emoción: Ramoncito había dejado una marca imborrable en todos los rincones del municipio.

Desde sus inicios, su vida laboral fue un ejemplo de inclusión y constancia. En 2001, su padre gestionó ante el entonces intendente que Ramoncito tuviera la oportunidad de integrarse al mercado laboral, un gesto que cambió su vida y la percepción de toda la comunidad sobre la importancia de la inclusión. La puntualidad, la eficiencia y la alegría con la que Ramoncito desempeñó sus funciones durante años se convirtieron en un legado de dedicación y responsabilidad.

Familia, sostén y amor incondicional

Ramoncito perdió a sus padres en dos momentos críticos: su padre falleció en 2007 y su madre siete años después. Desde entonces, Sandra y María asumieron la responsabilidad de su cuidado y bienestar, asegurando que su hermano tuviera una vida plena y activa. “Una casa que mis padres le dejaron expresamente para que tuviera un lugar donde vivir. Han hecho un gran esfuerzo para que él esté incluido en la sociedad y realmente lo han logrado”, señala Sandra.

junto a sus sobrinos nietos ramoncito
Ramón junto a sus sobrinos nietos Antonio e Ignacia, en una actividad escolar.

Ramón junto a sus sobrinos nietos Antonio e Ignacia, en una actividad escolar.

La rutina y las salidas son fundamentales para Ramoncito, y sus hermanas hacen todo lo posible para que su vida sea rica en experiencias. Paseos al aire libre, visitas a familiares, viajes a Catamarca para ver a los tíos y la práctica del bombo son ahora el centro de su día a día. A través de estas actividades, Ramoncito sigue desarrollando su independencia, alegría y sentido de pertenencia.

El bombo, su gran pasión

Si hay algo que define a Ramoncito en esta nueva etapa es su dedicación a la música. Desde la jubilación, el bombo se convirtió en su compañero inseparable. La escuela de arte de Tupungato se transformó en su lugar de encuentro, donde estudia percusión y se entrega con entusiasmo a cada clase. María lo acompaña, lo espera y comparte su entusiasmo. “Sale muy contento. Tiene todos los instrumentos. Ama el bombo y su profesor lo espera siempre con alegría”, recuerda, emocionada.

El vínculo con la música no solo le brinda felicidad, sino también un sentido de logro y autonomía. La rutina, la disciplina y el compromiso que aprendió durante sus años de trabajo se trasladan ahora a la percusión, y cada golpe de bombo es un reflejo de su constancia, entusiasmo y amor por lo que hace.

Un personaje querido y admirado por todos en Tupungato

Ramoncito no solo es un referente familiar y comunitario, sino que también es un ícono local. Fanático de Boca Juniors, incluso tuvo el privilegio de quedar inmortalizado en una foto con Diego Armando Maradona. Su popularidad en Tupungato es innegable: “Es que en el pueblo es un personaje muy conocido y querido, no hay quien no lo adore y lo salude por la calle”, explica María.

ramoncito pasea
Ramón pasea por las calles de Tupungato y tiene miles de amigos.

Ramón pasea por las calles de Tupungato y tiene miles de amigos.

Su carácter amable y su constante disposición para ayudar lo convierten en un punto de referencia para todos. La relación con sus amigos, vecinos y comerciantes es cercana y afectuosa; su visita diaria a la calle Belgrano es esperada y celebrada, y su alegría contagia a quienes lo rodean.

De los pasillos del municipio al escenario musical

Hoy, Ramoncito intercambia los pasillos del municipio por los ritmos del bombo. La jubilación, lejos de ser un final, se convirtió en un inicio: un tiempo para explorar, aprender y disfrutar. Sus clases de percusión, los ensayos y la posibilidad de compartir su pasión con otros estudiantes son ahora el eje central de su vida, y él lo hace con entusiasmo, disciplina y alegría.

María y Sandra acompañan cada paso de esta nueva etapa, asegurando que Ramoncito siga creciendo, disfrutando y manteniendo su independencia. Sus sobrinos, vecinos y amigos también forman parte de esta red de afecto, que refuerza su felicidad y le permite desarrollarse plenamente.