Se trata de la espinaca, una verdura rica en hierro, vitaminas A, C y K, y es ideal para preparaciones frescas, salteadas o incluso en licuados saludables.
La espinaca es una planta de clima fresco que germina y crece mejor cuando las temperaturas no son extremas. El invierno ofrece las condiciones ideales para su desarrollo, ya que no soportan el calor excesivo. Si la siembras entre junio y agosto, puedes tener hojas listas para consumir a fines de primavera o comienzos del verano.
Además, resiste las heladas, su cultivo no ocupa mucho espacio, se adapta muy bien a macetas o canteros y es de rápido crecimiento.
La espinaca necesita luz solar directa al menos 4 horas al día. Si estás en una zona con heladas intensas, será necesario que la protejas con plástico o cultivarla bajo techo.
Para su buen crecimiento usa tierra suelta, rica en materia orgánica y con buen drenaje. Podés mezclar compost casero o humus de lombriz.
Esta verdura se puede sembrar directamente en la tierra o en macetas. Hazlo en líneas separadas por 20 cm, colocando las semillas a 1 cm de profundidad.
Por último, riega con frecuencia pero sin encharcar. La tierra tiene que mantenerse húmeda, especialmente durante la germinación.
A medida que crecen podés ir quitando las hojas externas y dejar que la planta siga produciendo nuevas. Así tendrás espinaca fresca durante varias semanas.
Según Medical News Today, la espinaca, además de controlar la diabetes, prevenir el cáncer, fortalecer los huesos y proteger tu corazón, una porción de esta verdura tiene otros beneficios como: