Argentina es un destino favorito para quienes buscan paisajes únicos y momentos de calma durante sus vacaciones. Mientras los lugares más conocidos atraen multitudes, los pueblos pequeños ofrecen experiencias auténticas y tranquilas. Laguna Blanca, en la provincia de Neuquén, con unos 400 habitantes, es un rincón ideal para los amantes de la naturaleza que quieren observar aves y disfrutar de la paz de la estepa.
Ubicado en el departamento de Zapala, a unos 30 kilómetros de la ciudad homónima, Laguna Blanca se encuentra en una planicie árida a 1.270 metros de altura. Su principal atractivo turístico es la laguna que le da su nombre, un humedal de 1.700 hectáreas rodeado de estepa y colinas bajas. No compite con grandes destinos turísticos; su encanto está en las casas sencillas de los pobladores y el ambiente sereno, ideal para quienes buscan escapar del bullicio. Fundado como reserva nacional en 1940 para proteger al cisne de cuello negro, el lugar conserva rastros de comunidades mapuches, como grabados en piedra que añaden un toque histórico.
El pueblo con una laguna natural de cisnes
El mayor atractivo de Laguna Blanca es su biodiversidad. La laguna alberga más de 100 especies de aves, como cisnes de cuello negro, flamencos y patos maiceros, que se pueden observar desde un mirador señalizado. Un pequeño museo en la casa del guardaparque explica la historia del lugar y los esfuerzos para proteger especies amenazadas. Las visitas turísticas están reguladas para minimizar el impacto en el ecosistema, lo que hace que la experiencia sea respetuosa y educativa.
Los turistas pueden disfrutar de caminatas cortas por senderos que rodean la laguna o llevan a sitios cercanos, como la laguna Verde. También hay opciones para paseos en kayak, ideales para acercarse a las aves sin molestarlas, o cabalgatas por la estepa para explorar colinas con vistas amplias. En días despejados, el ciclismo de montaña hacia el Cerro Mellizo Sud ofrece paisajes de la estepa y los volcanes lejanos, siempre con cuidado para no dañar el entorno frágil.
La comida en este pueblo es simple pero sabrosa, con platos típicos de la Patagonia como cordero a la parrilla, empanadas de carne y postres con frutos silvestres como el calafate. En los refugios y comedores del pueblo, los turistas comparten mesas con los lugareños, quienes cuentan historias sobre la vida en la estepa mientras sirven mate o infusiones de hierbas locales. Es una gastronomía que refleja la dureza y la calidez de la región.
Laguna Blanca es un destino perfecto para quienes buscan naturaleza y tranquilidad en el corazón de Neuquén. Sus aves, paisajes abiertos y ambiente acogedor lo convierten en un pueblo especial para una escapada relajada, donde la simplicidad de la estepa deja una marca imborrable.




