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La isla que cada seis meses cambia su frontera y nacionalidad: única en el mundo, tiene doble ciudadanía

Esta isla destaca como un ejemplo excepcional de geopolítica y diplomacia, demostrando que incluso un pequeño islote puede convertirse en un referente global de cooperación

En el mundo existen territorios que no solo delimitan fronteras, sino que también ejemplifican acuerdos diplomáticos únicos. Algunos de ellos son islas que muestran cómo la cooperación entre naciones puede generar soluciones inusuales para conflictos históricos, comercio, defensa o uso de recursos naturales.

Estos lugares, aunque pequeños, son símbolos de la diplomacia internacional, donde la soberanía y la administración se reparten de manera extraordinaria, desafiando las normas tradicionales de control territorial y convirtiéndose en ejemplos de convivencia pacífica y ordenada. Te contamos sobre una isla inusual que cambia de nacionalidad cada seis meses.

Isla de los faisanes (2)

La isla que cada seis meses cambia su frontera y nacionalidad: única en el mundo, tiene doble ciudadanía

La Isla de los Faisanes, un islote fluvial de apenas 6.820 metros cuadrados ubicado en el río Bidasoa, que forma la frontera natural entre España y Francia. Lo que hace única en el mundo es su sistema de doble soberanía: la administración del territorio se alterna entre ambos países cada seis meses.

España la controla del 1 de febrero al 31 de julio, y Francia del 1 de agosto al 31 de enero. Esta situación convierte a la isla en un condominio internacional excepcional, establecida formalmente en 1856 mediante el Tratado de Bayona para resolver disputas pesqueras y mantener la paz en la región.

Isla de los faisanes

¿Cómo esta isla única en el mundo?

Situada en el río Bidasoa, conecta España y Francia y sirve como frontera natural entre los municipios de Irún y Hendaya. Su posición ha sido históricamente relevante para la diplomacia y la defensa de ambos países.

La alternancia de la isla ha sido respetada durante más de 150 años, garantizando estabilidad y evitando conflictos fronterizos. Fue el escenario del Tratado de los Pirineos en 1659, que puso fin a la guerra entre España y Francia, y también fue utilizado en 1660 para sellar el matrimonio entre Luis XIV y María Teresa de Austria, consolidando la paz entre ambas naciones.

La isla permanece cerrada al público la mayor parte del año. Solo durante las ceremonias de traspaso de soberanía se permite acceso limitado a funcionarios y personal autorizado, preservando su estatus diplomático y patrimonial. Más allá de su tamaño, la isla representa la resolución pacífica de disputas y la capacidad de dos países para compartir un territorio de manera ordenada y funcional.

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