Psicología

La inteligencia artificial y la potencia de lo humano

En tiempos donde las inteligencias artificiales prometen respuestas para todo, esta reflexión nos devuelve al deseo persistente de ser encontrados, alojados y mirados por otro humano

“La dulzura es la ocasión de una fiesta sensible. El tacto y lo táctil, el tocar, el gusto, los perfumes, los sonidos abren su acceso.” Anne Dufourmantelle.

El contacto humano y el encuentro con el otro como posibilidad de ser, como potencia de ser alguien, nos abren el interrogante de una época en donde los lazos humanos están en tiempos de transformación y de crisis. Hay una necesidad constitutiva e intrínseca de ser alojados por un otro que nos cuide. Ese alojar es el que nos posibilita vivir como seres atravesados por una vulnerabilidad constitutiva, una falta, un límite. Y lo primero que aloja es la palabra y la mirada de un otro. Nos sostiene y nos impulsa a una vida arriesgada y compleja.

Está en nosotros como necesidad imperiosa el encuentro con otros o el deseo de que eso se produzca y funcione. Este deseo, por momentos una ilusión, nos acompaña desde que nacemos. Se da en el milagro de la amistad, en el amor que deviene en todos los vínculos, en el contacto y la caricia. En la dulzura que anida en todas las relaciones posibilitadoras de que lo humano sea posible. Ese deseo persiste como una potencia que nos lanza a recorrer esta vida, con errores y aciertos. Ese deseo de ser encontrados mientras jugamos a las escondidas, parafraseando a Winnicott. Evitando que nos dejen de buscar, lo cual sería una catástrofe, siguiendo la idea del mismo autor.

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Muchas personas reemplazan los contactos humanos por las tecnologías. Imagen ilustrativa.

Muchas personas reemplazan los contactos humanos por las tecnologías. Imagen ilustrativa.

Se preguntarán qué relación puede tener esto con el tema tratado, el de las IA ¿Son buenas o malas? ¿Están bien? ¿Llegaron para reemplazar los oficios, para facilitar los procesos, o para complicarlos? Lo cierto que estás preguntas tienen muchas respuestas. Sí es verdad que el mundo está cambiando y nosotros formamos parte de ese proceso. Entonces, las IA llegan y ocupan un lugar de respuesta en las vinculaciones humanas cuando acontece una desesperación social sin precedentes. De alguna forma se instalan como Otro que responde a todo lo posible y se presenta como un absoluto ante la vida humana, una garantía en un mundo que no las tiene.

"Muchas personas que hoy se acercan a un consultorio pasaron antes por una IA" "Muchas personas que hoy se acercan a un consultorio pasaron antes por una IA"

Ese deseo de que siempre hay otro que nos aloje parece manifestarse en algo que da respuesta a todos los interrogantes de la existencia, responde e ilusiona con alojar y resolver. Necesitábamos alguien del otro lado, es cierto. Es así que muchas personas que hoy se acercan a un consultorio, también buscando un lugar, antes o después pasaron por una IA con sus preguntas. Así la tecnología pasa a ocupar un lugar que las personas abandonaron o del cual se las corre, se las reemplaza. El riesgo de lo interpersonal y de lo propiamente humano llega a un límite, a un riesgo. Sería verdaderamente complejo que la tecnología lo pudiera “todo” o nos dejara atrapados en esa ilusión, donde la vulnerabilidad humana quedara tapada o negada, lo cual no es posible.

Los vínculos humanos no son simples ni fáciles. La vida misma es un “riesgo”. Vivirla es asumirlo. Las IA hoy son un recurso valioso para muchas cosas. Ese valor debe estar sostenido por sujetos capaces de reconocer en otros la importancia de lo social como lazo, como vínculo y de aceptar sus propias limitaciones. La posibilidad de asimilar la ternura de lo que acontece en el encuentro entre las personas. El poder de la palabra y de la mirada. La potencia de la dulzura. La tecnología no debería desenfocar, sacar al ser humano de lo que lo define.

Con respecto a esto, acontecen muchas preguntas sobre las IA que desde la psicología se abordarán e investigarán. Es un hecho y se está haciendo. Algunas personas se preguntan en qué lugar ubican esto. Otras simplemente lo incorporan. Pero volver a lo que nos define como seres sociales y de vínculos es el punto de partida para saber qué posición tomar frente a estos interrogantes y no perdernos a nosotros mismos.

Me gustaría terminar con un párrafo de Anne Dufurmantelle en Potencia de la Dulzura sobre esto que nos define y anima: “Pero la dulzura no es sólo un principio de relación, sea cual fuere la intensidad del alma. Abre el camino a lo que es más singular en los otros. Si la atención de la dulzura, en el sentido en que la entendía Patoka del ‘cuidado del alma’, señala hacia nuestra responsabilidad de ser humano para con el mundo que nos rodea, los seres que lo componen y hasta los pensamientos que en ellos ponemos, incluye una relación de familiaridad con el animal, con el mineral, con el vegetal, con lo estelar.” Podemos agregar: incluye una familiaridad con lo propiamente humano.