En distintas regiones de América Latina, la llamada “hoja santa” cuyo nombre científico es Piper auritum, forma parte de la medicina tradicional desde hace siglos. Perteneciente a la familia Piperaceae, esta planta aromática se valora mucho en la cocina y para tratar diversos malestares gracias a sus compuestos naturales.
Sus principales componentes son miristicina, safrol y antioxidantes, sustancias a las que se atribuyen propiedades digestivas, antiinflamatorias y antibacterianas. Sin embargo, como ocurre con cualquier remedio natural, su uso debe ser cuidadoso y responsable.
Qué problemas de salud alivia la hoja santa
Dentro de las comunidades indígenas, la medicina tradicional es un medio necesario para que sus integrantes puedan mejorar su salud, puesto que en algunas de estas zonas son el único recurso del que disponen. Por eso, en la sección de hoy de "plantas sanadoras" te contamos como esta planta puede convertirse en un aliado natural para la salud. Pues las hojas y los tallos tiernos de la hoja santa se emplean para aliviar:
- tos y bronquitis
- asma
- laringitis y dolor de garganta
- dolor de estómago y mala digestión
- reumatismo
- problemas en la piel
- afecciones renales
- dolor muscular
- inflamaciones en general
Además, se le atribuye actividad antibiótica en el tracto digestivo y respiratorio, ayudando a combatir infecciones leves. Las comunidades que la utilizan suelen preparar una infusión con la planta fresca:
Para ello hay que colocar 8–9 gramos de la planta (hojas o tallos tiernos), hervir en 1,5 litros de agua durante 5 minutos, colar y beber 4 vasos al día, de forma pausada. El tratamiento tradicional se realiza entre 10 y 15 días, según necesidad.
Si bien aunque sea natural, la hoja santa no es inocua. Su contenido de safrol y miristicina puede resultar tóxico en exceso, por lo que no se recomienda consumirla por más de 15 días seguidos. Además, se aconseja evitarla o consultar al médico en caso de:
- embarazo y lactancia,
- enfermedades del hígado o riñones,
- niños pequeños,
- personas que toman medicamentos anticoagulantes, antibióticos o antiinflamatorios de forma crónica.
El auge de la fitoterapia y el retorno a remedios naturales reavivó el interés por la hoja santa. Su combinación de compuestos aromáticos y antioxidantes la convierte en una planta versátil: se usa en infusiones, cataplasmas y, en gastronomía, como envoltorio y saborizante.
Sin embargo, las plantas medicinales pueden complementar, pero no reemplazar, el tratamiento médico cuando existen enfermedades respiratorias, infecciones fuertes o trastornos crónicos.






