La vida tiene un gran defecto: se termina. Los viejos tienen la mala costumbre de partir sin el menor aviso y dejan flotando en el aire la angustiante duda de no haberlos escuchado lo suficiente. En sus velorios se llora más por la culpa de no haberles prestado un poco más de atención que por la muerte misma. Se llora por la culpa, más que por la pena.
Los hogares de ancianos y las condiciones en las que viven allí los internados, son tema central por estas horas en San Martín, después de que la Dirección de Inspección General de la Municipalidad realizara un operativo en uno de estos hogares, a raíz de una denuncia pública en donde se indicaba que había alojados allí ancianos que tenían piojos, garrapatas y en malas condiciones de higiene.
La situación no es nueva y desde esta dirección, han detectado en los últimos años distintos casos similares.
Uno de los más graves fue el descubierto hace un tiempo cuando, en una inspección de rutina, se descubrió a un joven con síndrome de Down atado a una cama, hecho que terminó generando una causa penal. El caso es casi un ejemplo de la problemática.
Se detectó por un alerta que recibió Inspección General de la Municipalidad. Se trataba de un hogar de ancianos ubicado en el centro de la ciudad. Allí los inspectores y el titular del área, Gustavo Innocente, vieron a un joven de 26 años, con síndrome de Down que estaba atado con una sábana a la cama.
Los responsables del geriátrico indicaron que el joven estaba sí, porque se comía sus propias heces. También sostuvieron que debían tener el ingreso al lugar cerrado con llave, porque el internado se escapaba. Además aseguraron que el joven había sido internado allí por su familia, que desapareció después de haberlo alojado y que nunca más pudieron ubicarla.
Los inspectores confirmaron personalmente que estos argumentos eran ciertos. “Como funcionario, tuve la obligación de denunciar esto a la Justicia Penal”, recordó Innocente, al tiempo que indicó que “el hogar fue cerrado, hasta que se esclareciera el caso”.
La Fiscalía, después de hacer varios intentos para ubicar a la familia, dispuso enviar una comitiva policial a buscarla al último domicilio que habían detectado, en Las Heras. Los policías, al llegar allí, confirmaron que se trataba de una familia de escasos recursos y que el padre, que había sido quien había alojado a su hijo en el hogar, era una persona con discapacidad motriz y usaba silla de ruedas.
La Justicia dispuso que el joven regresara en primera instancia a su hogar y que se gestionara su internación en un lugar adecuado. “El hogar volvió a abrir y en las siguientes inspecciones no se detectaron irregularidades”, indicó el jefe de inspectores.
Otra inspección
El hogar de ancianos donde se denunció que había personas internadas que tenían piojos y garrapatas, será inspeccionado nuevamente por la Municipalidad en los próximos días, para constatar que se haya cumplido con la mejora de higiene general y algunas modificaciones generales que se le exigieron en la primera revisión, realizada a principios de semana después de recibida la denuncia. “Esta vez, también llevaremos a un médico, para que se pueda revisar a los ancianos”, dijo Innocente, por más que esto último no está dentro de las incumbencias de las comunas.
Este hogar cuenta con las habilitaciones correspondientes. Sin embargo ayer en el Ministerio de Salud no pudieron encontrar en sus registros a este geriátrico.
Los legales y los ilegales
Desde hace unos años la Dirección de Inspección General de la Municipalidad de San Martín viene realizando periódicas visitas a los hogares de ancianos.
Más allá de deficiencias variadas en los hogares que contaban con habilitación municipal, se detectaron varios ilegales.
“Son casas particulares. Por lo general eran familias que cuidaban a sus abuelos y comenzaron a recibir, de a poco, a algún anciano más. Después han terminado teniendo a una decena, hacinados y mal atendidos”, dijo Gustavo Innocente. “Estos lugares fueron cerrados inmediatamente, después de regresar a los ancianos a sus familias.
El control sobre los hogares de ancianos depende de distintos organismos. Desde el Ministerio de Salud, PAMI, obras sociales y municipalidades, cada quien debe controlar el estado del lugar y de quienes se alojan allí. Además los hogares deberían extender factura por cada paciente, por lo que también deben estar en regla impositivamente.
Mientras tanto, muchos de los ancianos que viven en los hogares, no son visitados por sus familias que, en definitiva, es la mejor forma de control de estos lugares.