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Si comes pan congelado, encontrarás este beneficio.
Según la explicación que brinda la especialista en nutrición, el secreto de este método antiguo para conservar los alimentos radica en la composición de la harina de trigo, la cual cuenta con un 80% de almidón. Al congelar el pan, el almidón experimenta un proceso de retrogradación, lo que significa que su estructura cambia y se convierte en una especie de fibra que el intestino no puede absorber por completo.
Este almidón modificado llega al colon, donde las bacterias intestinales lo utilizan como alimento. En consecuencia, se genera un compuesto esencial para la salud digestiva, denominado butirato. Este es un ácido graso de cadena corta con un importante papel antiinflamatorio que contribuye al bienestar del intestino.
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Si congelas pan, beneficiarás a tu salud digestiva.
Por lo tanto, si tienes el hábito de congelar pan para luego comerlo, estarás fomentando el desarrollo de un almidón resistente que mejora la salud digestiva. En este marco, la profesional de la nutrición sostiene que, si se desean mejores resultados, el panificado debe estar elaborado con harina integral, debido a que su aporte de fibra es mayor.
¿Cómo descongelar el pan para que quede crocante y crujiente?
Si descongelas el pan y queda húmedo o muy blando, debes poner en práctica este truco para obtener un panificado como recién horneado.
Para empezar, retirar el pan del congelador 30 minutos antes de consumirlo. Luego, envolverlo en un paño húmedo, papel de cocina o servilleta de papel e introducirlo en el microondas por unos 15 a 20 segundos. Si sigue congelado repite el proceso. Una vez descongelado, llevarlo al horno para recuperar lo crocante de su corteza y la suavidad de la miga.