Hablemos de precios

Escuelas de verano o coreografías de Tik Tok durante tres meses: el dilema veraniego de los padres

El fin del año escolar te enfrenta con esta encrucijada: o te resignás a tener un zombie virtual o invertís el aguinaldo en una mínima y tranquilizadora rutina estival

Nunca entenderé por qué hay gente, sobre todo padres y madres que no adoran con toda su alma la cotidianeidad del año escolar. Para mi la palabra "marzo" no me trae ningún tipo de asociación a la vendimia, al fin de las vacaciones, ni al comienzo del otoño. Para mi marzo es el sinónimo de la palabra más tranquilizadora del mundo: rutina. Lo único parecido a esto a partir de diciembre es la escuela de verano.

El fin del ciclo lectivo no hace más que acrecentar los fantasmas veraniegos: desde la proximidad de las fiestas de fin de año, hasta el comienzo de una inagotable pérdida económica que significa que los chicos no tengan nada que hacer y comiencen a aburrirse en casa.

Ante este ambiente de caos, te quedan dos caminos, madre al borde del colapso nervioso que significa el fin del ciclo lectivo: o te resingás a gastar el aguinaldo en la nunca bien ponderada escuela de verano, o te morís de culpa con hijos que se convierten en un capullo de sábanas y lo más productivo que harán durante tres meses es aprender coreografías de Tik Tok. Así es que, preparados o no, aquí vamos a repasar los precios de las escuelas de verano, que son lo más parecido a un salvataje veraniego que se paga con sudor, lágrimas e intercambio por paz mental.

Chapuzón. Agua, sol y emoción, una postal que se repite cada mañana en la escuela de verano de Dalvian.
El problema va más allá del dinero: un niño entretenido en verano no tiene precio.

El problema va más allá del dinero: un niño entretenido en verano no tiene precio.

La ruina económica golpea de inmediato

Con todo el dolor del alma -y del bolsillo- empieza el cálculo de lo que cuesta la “rutina mínima” de verano. Las escuelas de verano no bajan de los 500.000 pesos.

Acá te paso algunos precios para que te asustes conmigo.

Consultando las escuelas de verano más conocidas de Mendoza, la del Andino Tenis Club cuesta $492.000 para los chicos que no son socios del club, mientas que para los socios el precio es de $418.000. Si lo que querés es mandar al chico a una jornada extendida (toda la mañana y parte de la tarde, de 9 a 16) tenés que pensar en invertir unos $800.000 (ocho días menos de vacaciones, aproximadamente).

En la escuela de verano de Andes Talleres, en Godoy Cruz, los precios no son muy diferentes a estos, aunque la diferencia para socios es importante: la escuela de verano cuesta $395.000 para quienes ya van al club y $620.000 para los que no son socios.

Otra opción, si vivís en Guaymallén, es la escuela de verano del club Murialdo. Esta tiene precios que rondan los $500.000 y si querés enviarlos a jornada extendida, los precios oscilan entre los $735.000 en efectivo y los $810.000 con tarjeta de crédito.

Esta es apenas una muestra de lo que tenés que invertir. Porque te quiero decir que las escuelas de verano no vienen solas, vienen acompañadas de: paseos (calculá 20.000 por paseo, sumando el pasaje, las meriendas especiales y otros amenities según la ocasión), malla (60.000 una malla que no se le desarme al segundo día de cloro intenso de pileta de club), antiparras (unas que no les entre el agua por todas partes, 25.000 pesos), bloqueador (que no sea de una marca de esas que llevás un niño y te devuelven un camarón con fiebre) 25.000 pesos. Unas ojotitas nuevas porque a las del año pasado le faltan tres tiras y le salieron unos hongos dignos de una distopía de ciencia ficción: tenés desde 7.000 (te quedan en partes antes del fin de la escuela de verano y no te amortiguan ni medio resbalón) hasta 40.000 (de marca, son como altas llantas pero de pileta).

Te juro que no estoy exagerando ni un solo precio. Todos están chequeados en la App que todos usamos para comprar con nuestras golpeadas tarjetas de crédito.

Hay que aclarar que, con suerte y voluntad, podés inscribir a los chicos en las escuelas de verano municipales. Algunas son gratuitas, otras tienen un costo mucho menor al de estos emprendimientos privados. Pero hay que ser realistas: no todos entran. Esa es la verdad. Tenés que estar muy atentos a las fechas de inscripciones.

niño play station
Esta sería la opción a la escuela de verano que la mayoría de los padres y madres tratamos de evitar.

Esta sería la opción a la escuela de verano que la mayoría de los padres y madres tratamos de evitar.

El peligro de hacerte el creativo en el calvario del verano

Cuando termina la escuela, los chicos se transforman en criaturas digitales que sobreviven a base de coreografías de TikTok y horas - sillón de PlayStation. Cada pedido de atención es un recordatorio de que la rutina desapareció y que los próximos meses van a ser una mezcla de calor, aburrimiento y pequeñas catástrofes cotidianas. Las horas se alargan, los días parecen eternos y la paciencia parental se convierte en un recurso no renovable, como el petróleo.

La única esperanza es mantenerlos ocupados de algún modo, si no querés tener un zombie digital a fines de febrero. Pero tenés que superar el verdadero peligro de hacerte el creativo en verano: las opciones a las escuelas de verano no existen. Asumilo.

Olvidate de talleres creativos, cursos de lectura o actividades originales: nadie quiere trabajar en verano, y tu hijo tampoco va a aprender crochet mientras vos pagás la rutina mínima. La elección se reduce a las opciones anteriormente detalladas.

Si encontrás alguna actividad alternativa, felicidades: lo más probable es que termines inventando salidas al cine que solo garantizan aire acondicionado, hambre y saldo bancario vacío. Intentar organizar campamentos caseros es aún peor: mosquitos, calor y un chico resentido que te odia por no saber armar una carpa. La realidad es que no hay escapatoria, solo la posibilidad de sobrellevar la temporada con humor y resignación.

Abrazar el gasto y sobrevivir

Así que sí: agarrá tu tarjeta, tu aguinaldo y un poco de humor negro. La escuela de verano es el mal menor, la rutina comprada, el salvavidas económico y emocional. Cada peso invertido es un intento de mantener la cordura y, aunque sea por unas horas, sentir que algo de control todavía existe en tu vida.

Que los chicos sobrevivan al verano, que tu bolsillo llore un poco y que la rutina regrese en marzo… ésa es la verdadera victoria de los padres en temporada estival. Y si lográs llegar a febrero con salud mental intacta, café en mano y saldo negativo, podés darte por satisfecho: sobreviviste a la estación más cruel del calendario.

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