Cuenta que disfrutaron el festejo, aún con la obligación de tener que estar ellos solos. Y dice que, más allá de esta fecha, el año ha sido y es muy especial para la familia.
Era el último año de secundaria y los cuatrillizos conservaron por un tiempo la esperanza de poder volver al Nacional y tener su despedida, su cena, su viaje. Ahora, cuando todo eso ya está claro que no será posible, están concentrados en lo que vendrá.
Emiliana y Victoria están preparando el Pre para ingresar a Medicina (nada menos que Medicina) y Agustina hace lo mismo para la carrera de Psicología. Franco, entre tanto, tuvo que adaptarse a entrenarse mayoritariamente solo, en casa, para continuar con su carrera futbolística, en Godoy Cruz Antonio Tomba.
Y también están los desafíos que vendrán para sus padres, Gabriela y Yamil: Los costos de las cuotas de la facultad. Por ahora no han encontrado una opción que en la Universidad de Mendoza, para Medicina, y Aconcagua, para Psicología, contemple que son muchos hermanos comenzando los estudios superiores al mismo tiempo.
Pero Gabriela suena optimista. “¡Ya veremos!”, dice. Siempre ha sido así. Ella dice “ya veremos” y la vida se acomoda porque, si la familia superó el año más difícil de los cuatrillizos, el primero, ¿por qué no podrán seguir avanzando con los desafíos siguientes, mucho menos angustiantes que aquel?
Nacieron hace 18 años en la Clínica Pellegrina, de Godoy Cruz, con 35 semanas de gestación. Emiliana fue la primera en ver la luz. Después vino Victoria, luego Agustina y por último Franco. No pesaban más de un kilo y medio cada uno. Más allá que los cuatro tuvieron que recibir cuidados especiales, fue Victoria la que debió pelear más.
Fue un año difícil, por el cuidado y la adaptación de ser una nueva familia numerosa. Pero siempre los Mashad vivieron todo “como una familia normal”, cuentan.
Y son una familia optimista, esencialmente.