El túnel que conecta dos islas estratégicas: bajo el agua, es el más largo del mundo con más de 53 kilómetros
En un mundo donde las distancias se miden en segundos, este Túnel enseña que la paciencia, la innovación y la determinación pueden convertir un desafío colosal en un logro que trascendental
Este túnel es una maravilla que no solo conecta territorios, sino que desafía los límites de la ingeniería humana. Te contamos qué islas une y en qué lugar del mundo se encuentra.
El túnel que conecta dos islas estratégicas: bajo el agua, es el más largo del mundo con más de 53 kilómetros
En el norte de Japón, entre las islas de Honshu y Hokkaido se trata Túnel Seikan. La historia de esta construcción comienza a mediados del siglo XX, cuando Japón buscaba una conexión más segura y eficiente entre sus islas. Antes de su construcción, los ferris eran la única opción para cruzar el estrecho, un trayecto que se volvía peligroso durante los inviernos, azotado por tormentas y olas gigantes. La necesidad de un paso ferroviario seguro y confiable fue el motor que impulsó este ambicioso proyecto.
Construir un túnel de casi 54 kilómetros bajo el agua no fue tarea sencilla. Los ingenieros japoneses enfrentaron desafíos extremos: rocas duras, filtraciones de agua, terremotos y la presión constante del mar. Durante los 17 años que duró la construcción, desde 1971 hasta 1988, se aplicaron técnicas innovadoras que marcaron un antes y un después en la ingeniería subacuática. Hoy, cada metro del Túnel de Seikan refleja precisión, paciencia y un esfuerzo humano casi sobrehumano.
¿Cómo es viajar por este túnel?
Viajar por el túnel es una experiencia en sí misma. Los trenes de alta velocidad que lo atraviesan permiten recorrer el estrecho de Tsugaru en solo minutos, mientras debajo de ellos el agua del océano sigue su curso silenciosa. Para los viajeros, más que un simple trayecto, el túnel ofrece una conexión invisible con la historia y la tenacidad de quienes lo construyeron.
El Túnel de Seikan no es solo un récord en números; es un símbolo del ingenio japonés y de la capacidad humana de superar límites aparentemente imposibles. Cada día, miles de pasajeros cruzan bajo el océano, sin ver las dificultades que el túnel enfrentó para existir. Es un recordatorio de que, a veces, lo más impresionante no está a la vista, sino escondido bajo la superficie, esperando ser descubierto.




