¿No puedes dejar de mover las piernas por las noches y sientes una necesidad incontrolable de moverlas justo cuando intentas dormir? Podrías estar sufriendo del síndrome de la pierna inquieta, un trastorno neurológico que afecta a miles de personas sin diagnóstico, deteriorando su descanso y calidad de vida. Además, un estudio advierte que podría relacionarse con el riesgo de sufrir Parkinson.
El síndrome de piernas inquietas (SPI), también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, es un trastorno neurológico que provoca una necesidad irresistible de mover las piernas. Aunque muchas personas lo consideran un problema menor de sueño, nuevos estudios advierten que podría tener consecuencias más graves de lo que se pensaba.
El síndrome de la pierna inquieta, es un trastorno del sistema nervioso que provoca una sensación incómoda o irritante en las extremidades inferiores, acompañada por un impulso involuntario de moverlas, especialmente en las noches o durante el reposo. Se manifiesta con mayor frecuencia al acostarse o estar sentado durante largos períodos, dificultando el inicio o mantenimiento del sueño.
El mal de Parkinson a su vez provoca la muerte de ciertas células del cerebro, que son las que ayudan a controlar el movimiento y la coordinación. La enfermedad lleva a que se presente agitación (temblores) y dificultad para caminar y moverse.
En este sentido, ambos casos son trastornos neurológicos comunes por lo que se ha debatido mucho si existe un vínculo etiológico entre ambas enfermedades y si comparten una fisiopatología común. La evidencia apunta a que sí.
El vínculo entre el síndrome de piernas inquietas y el Parkinson
Según un estudio, las personas que padecen este síndrome podrían tener un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson, un trastorno neurodegenerativo que afecta el control del movimiento. Ambos padecimientos comparten una disfunción en el sistema dopaminérgico, responsable de regular la comunicación entre las neuronas y el movimiento corporal.
El vínculo entre ambos trastornos fue analizado por equipos científicos de la República de Corea, que observaron que los pacientes con síndrome de piernas inquietas presentan alteraciones en los niveles de dopamina similares a los observados en quienes sufren Parkinson. Según los resultados de un estudio publicado en 'JAMA Network Open', el 1,6 % de los pacientes con SPI desarrolló párkinson, frente al 1,0 % del grupo de control, en un seguimiento de 15 años.
Aunque el síndrome de piernas inquietas no causa directamente el Parkinson, sí puede ser un indicador temprano o un factor de predisposición neurológica. Por eso, recomiendan prestar atención a los síntomas y consultar al médico ante signos como movimientos involuntarios, insomnio persistente o sensación de hormigueo en las extremidades.
Es decir, el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado (que puede incluir cambios en la dieta, control del hierro, ejercicios y, en algunos casos, medicación dopaminérgica) son fundamentales para mejorar la calidad del sueño y prevenir complicaciones a largo plazo.




