Descubrir Argentina a través de sus rincones menos transitados es una invitación a la serenidad y la maravilla. Aunque los grandes atractivos suelen monopolizar los itinerarios, los pueblos remotos reservan sorpresas que enriquecen el alma viajera. Está ubicado en la provincia de Corrientes, con apenas 1.120 habitantes, emerge como un enclave privilegiado para los aficionados a la observación de la naturaleza y la inmersión en ecosistemas vírgenes.

Ubicado en el corazón de los Esteros del Iberá, a unos 100 kilómetros de la ciudad de Corrientes, este pueblo se asienta a orillas de la laguna homónima, rodeado de palmares y canales laberínticos. No compite con los destinos masificados del mundo; en cambio, ofrece un refugio donde el silencio es interrumpido solo por el graznido de yacarés o el aleteo de garzas. Su origen como colonia agrícola del siglo XIX añade un velo histórico que se percibe en las modestas construcciones de madera y en las historias de sus residentes, guardianes de tradiciones guaraníes y criollas.

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Los paseos en estero son algo típico de este pueblo.

Los paseos en estero son algo típico de este pueblo.

El pueblo plagado de biodiversidad

El eje central de Colonia Carlos Pellegrini radica en su proximidad a la Reserva Natural del Iberá, un paraíso para el avistaje de aves y mamíferos como el yaguareté y el venado de los pantanos. Los senderos guiados permiten adentrarse en el agua en canoas, donde el encuentro con caimanes o capibaras se convierte en una experiencia íntima y respetuosa con el entorno. En temporada de lluvias, el paisaje se transforma en un mosaico inundado que realza la magia de este ecosistema restaurado.

Para los turistas activos, el pueblo propone cabalgatas al atardecer por la pampa correntina o excursiones nocturnas para observar luciérnagas y anfibios. Durante el día, las playas fluviales invitan a un chapuzón refrescante, mientras que los miradores elevados ofrecen panoramas que capturan la esencia de los esteros en fotos inolvidables. Estas actividades fomentan un turismo sostenible, con límites diarios de visitantes para preservar la fragilidad del lugar.

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La mesa en Colonia Carlos Pellegrini es un homenaje a los sabores regionales: surubí a la parrilla, chipá guazú y mate cocido compartido en fogones comunitarios. Los hospedajes, mayormente cabañas ecológicas, integran la cocina local con productos frescos de huertas cercanas, creando momentos de convivencia que fortalecen el lazo con la comunidad. Es aquí donde el turista no es un extraño, sino un huésped temporal de una familia extendida.

Colonia Carlos Pellegrini encapsula la Argentina silvestre en su forma más pura, un pueblo que recompensa la paciencia con encuentros genuinos con la naturaleza y sus habitantes. Sus aguas espejeadas, su biodiversidad vibrante y su calidez humana lo posicionan como un secreto esencial para quienes anhelan desconexión auténtica en el noreste del país.

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