El trastorno por estrés postraumático (TEPT) es una afección de salud mental que puede desarrollarse después de vivir o presenciar un evento traumático, como un accidente grave, un desastre natural o una situación que amenaza la vida. Afecta a alrededor del 3,9% de la población mundial y se manifiesta con flashbacks, cambios en el estado de ánimo, reacciones físicas intensas y conductas de evitación. En los últimos años, diversos estudios señalan que el ejercicio físico podría ayudar a mitigar los efectos del trauma.
El ejercicio, un aliado para procesar el trauma: la conexión con el cerebro que, según la ciencia, es reveladora
Numerosos estudios sugieren que el ejercicio físico puede fortalecer el cerebro y favorecer la recuperación emocional ante experiencias traumáticas
Aunque los tratamientos más frecuentes siguen siendo la terapia psicológica y la medicación, muchas personas no responden de manera completa, lo que impulsa la búsqueda de alternativas y enfoques innovadores para abordar este trastorno, como la actividad física.
Investigaciones de la Universidad de Kyushu (Japón), en colaboración con la Universidad de Toronto (Canadá), muestran que el entrenamiento promueve la neurogénesis en el hipocampo, una zona del cerebro clave para la memoria y las emociones. En un estudio con ratones publicado en Molecular Psychiatry, el ejercicio redujo comportamientos similares al TEPT como ansiedad o aislamiento.
El ejercicio físico activa zonas clave del cerebro vinculadas al estrés y la regulación emocional, según nuevos estudios científicos.
Además, ese mismo experimento demostró que el entrenamiento físico puede debilitar recuerdos intensamente asociados al consumo de cocaína, lo que sugiere un posible uso terapéutico en adicciones.
No es intensidad de ejercicio: es constancia
Según los investigadores, no hace falta ejercitarse de forma muy intensa para ver beneficios: caminar, hacer yoga o rutinas suaves son opciones suficientes.
Fujikawa, uno de los científicos, explica que las nuevas neuronas se integran en redes cerebrales, reemplazando algunas conexiones antiguas, lo que podría debilitar recuerdos dolorosos persistentes.
Evidencia en humanos
Un metaanálisis de 12 estudios con personas que sufren TEPT concluyó que la actividad física mejora significativamente síntomas típicos: ansiedad, depresión y calidad del sueño. Además, el ejercicio incrementa el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) y estimula la neuroplasticidad del hipocampo, lo que ayuda a “reaprender” y extinguir memorias de miedo.
El médico traumatólogo Lucas Korosec recomienda incorporar rutinas físicas regulares de baja intensidad dentro de un tratamiento integral, por sus efectos positivos en el ánimo, el sueño, la autoestima y la función cognitiva, así como para reducir la ansiedad y la hipervigilancia.
Investigaciones recientes revelan que el movimiento físico podría ayudar a procesar traumas al modificar circuitos neuronales afectados.
La conexión cuerpo-mente
Para el psicólogo y entrenador Klaus Boueke, hacer ejercicio físico libera neurotransmisores como endorfinas, serotonina y dopamina, que mejoran el bienestar, la motivación, el sueño y la regulación emocional.
La entrenadora Sol Candotti señala que el cuerpo “recuerda” incluso cuando la mente represa lo sucedido: tensiones, dolores o insomnio pueden ser manifestaciones físicas de un trauma. Según ella, el movimiento consciente (respiración, transpiración y respiración) desbloquea esas zonas rígidas y activa circuitos emocionales que facilitan la integración y la reparación.
¿Qué tipo de ejercicio conviene?
Aunque investigaciones indican que el yoga puede tener efectos particularmente beneficiosos para el TEPT, el consenso es que cualquier ejercicio, ya sea de baja o alta intensidad, puede ser útil si se hace con regularidad.
Los especialistas aconsejan encontrar un ritmo que no sea ni muy agresivo ni demasiado pasivo. Actividades como caminatas al aire libre, yoga o rutinas funcionales con foco en la respiración funcionan muy bien para balancear cuerpo y mente sin sobrecargar el sistema.
En cuanto al momento ideal, entrenar por la mañana puede ser especialmente beneficioso: ayuda a regular el cortisol (la hormona del estrés), mejorar el estado de ánimo y preparar la mente para el día.
El yoga combina movimiento y respiración consciente, una práctica que la ciencia vincula con cambios positivos en las áreas del cerebro afectadas por el trauma.







