Una historia de sueños postergados
Todo comienza con una adolescente de 15 años, en Santa Rosa, y que por diversos problemas tuvo que dejar de estudiar. En ese tiempo supo que iba a ser mamá, y sus proyectos individuales tuvieron que mutar a otros colectivos, familiares, al casarse con Nelson Avaca, con quien tuvo a Ludmila (14).
familia-avaca-aguero (1).jpg
La familia unida y progresando. El papá, Nelson Avaca, María de los Ángeles, la mamá, y los hijos Ludmila (14) y Ángel Agustín.
Gentileza
Más de diez años después, mamá de un varón y una nena más chica, el acompañamiento de la escolaridad de los chicos, fue haciendo germinar en María de los Ángeles una semilla, que estaba en vida latente. También sirvió para cuajar todo cuando consiguió un trabajo en el jardín maternal Semillita de Mostaza. Allí recordó sus muy cercanos sueños de estudiar.
"Siempre tuve una materia pendiente y era la de terminar la secundaria, fue mi meta y gracias a Dios la estoy cumpliendo", le contó a la periodista Gabriela Sosa, quien descubrió la aventura que la llevó a ser la abanderada de su escuela, el CENS 3-431 de Las Catitas. Su hijo había abandonado la secundaria tras unos años de cursado, y los dos se propusieron juntos completar el nivel de estudios.
Los horizontes de María se van expandiendo y se atreve a seguir caminando hacia adelante en cuanto a lo académico. “Comencé realizando trabajos de limpieza y terminé como auxiliar de una salita (Semillita de Mostaza). Allí me di cuenta que uno siempre necesita un estudio, en el Jardín, pasaban cosas muy bonitas y una de las cosas que más me llamaron la atención fueron las actividades de psicomotricidad para niños”, detalló la santarrosina que ya tiene otro objetivo en mente.
abanderados-maria-angel-ludmila.jpg
El aula en el hogar. Para esta familia de luchadores, la pandemia no fue un obstáculo insuperable. Todos juntos se pusieron a estudiar, y salieron adelante, incluso logrando los más altos promedios.
“Mi esposo fue una de las personas que más me insistió para estudiar en el CENS y me acompañó en todo momento” confesó María de los Ángeles, sobre el otro pilar que la apoyó para poder encaminarse a terminar este próximo año el colegio secundario. También agradeció el aporte invalorable de los docentes que la alentaron y guiaron.
Otro de los inconvenientes que debió superar la familia, avocada al estudio, fue la pandemia. La casa se transformó en aula, y tanto María como Ángel, y Ludmila, de 14 años -la hija menor-, no dejaron que el Covid-19 detuviera sus estudios, y todos siguieron apostando a la educación, como herramienta de superación.
El esfuerzo de ser trabajadora, madre y ama de casa no rebajó su capacidad y esfuerzo, y los resultados llegaron. "Cuando nos dieron los resultados fue una gran sorpresa para nosotros. Si bien sabíamos que habíamos cumplido y estudiado mucho, nos llevamos una gran sorpresa que nos llenó de felicidad", contó María sobre el momento en que se enteró que ella y su hijo habían alcanzado el honor de ser abanderados durante el cursado del último año en su escuela.