Un ejemplo ideal es el arce japonés palmeado (Acer palmatum), un árbol de porte pequeño que tiene un toque ornamental con el que podrás poner color y un toque elegante a tu balcón. Es nativo del continente asiático, y no crece demasiado (alcanza entre 6 y 10 m de altura máxima). De hecho, se cultiva frecuentemente como bonsái.
Es inevitable enamorarse de este pequeño árbol, ya que cuenta con unas hojas que se asemejan a los dedos de una mano y terminan en punta. Sin embargo, su auténtica belleza se descubre con la llegada del otoño, cuando adquiere una coloración entre roja y púrpura que da paso a la pérdida de las hojas de invierno.
Cuidados básicos del árbol
A continuación, revelamos cómo cuidar el arce japonés palmeado para que lo cultives en la terraza de casa en una maceta. No te austes, pues demanda poca atención para crecer y desplegar toda su belleza.
La maceta que escojas debe tener un tamaño adecuado, no debe ser excesivamente grande porque hace que la tierra no se seque adecuadamente. Es importante que cuente con buenos orificios de drenaje para evitar la pudrición de las raíces. Las mejores opciones son macetas de terracota o cerámica vidriada.
El árbol requiere un lugar luminoso pero sin sol directo, ya que sus hojas no soportan estar a pleno sol. No lleva bien las altas temperaturas, así que si vives en una zona muy calurosa en verano lo mejor será que lo coloques a la sombra en un rincón fresco.
Para tener éxito en el cultivo debes procurarle un sustrato con un pH bajo (de entre 4 y 6), especial para plantas acidófilas. A la hora de regarlo, tendrás que estar más atento que si lo plantas en el terreno para evitar que se deshidrate. Lo ideal es un riego frecuente pero con poco agua.
Por último, es imprescindible trasplantar el arce japonés cada dos años a una maceta de mayor tamaño. Se puede hacer a principios de la primavera antes de que el árbol comience a brotar, aunque debes asegurarte de que ya no haya riesgo de heladas.