En la actualidad, muchos jardineros decoran las paredes, enrejados e incluso dividen espacios con plantas trepadoras, aunque también existen arbustos y árboles ideales para esta tarea. Nada mejor que pensar soluciones prácticas y naturales para dividir los espacios del jardín sin recurrir a materiales como ladrillos u hormigón.
El árbol ideal para dividir espacios del jardín
Uno de los árboles que tiene la capacidad de generar muros naturales es el ciprés. Se trata de una de las plantas preferidas para tener en el hogar gracias a su belleza y su utilidad a la hora de decorar los espacios frontales o traseros de la vivienda. Así que, si quieres sembrar uno en casa que sea resistente y pueda tolerar los cambios de temperatura, necesitas estar al tanto de sus cuidados básicos.
Su nombre científico es Cupressus y pertenece a la familia de los Cupressaceae, que recoge cerca de una veintena de especies. Esta denominación técnica hace referencia a la isla de Chipre donde tiene su origen. Sin embargo, se han extendido por diferentes lugares del mundo, así que cualquiera lo puede cultivar en el jardín.
Esta especie de arbusto conífero es uno de los más reconocidos y puede ofrecer una forma simple de decorar cualquier tipo de espacio, tanto si se siembra en maceta, como si se siembra en el suelo de forma directa. A continuación, exploramos todo sobre el crecimiento y cuidado de los cipreses para que puedas sembrarlo con facilidad.
Cuidados básicos del ciprés
El ciprés tiene una gran adaptabilidad, así que se convierte en una opción ideal para jardines grandes, entradas de casas o áreas que requieran una barrera natural contra el viento. Como tiene un crecimiento vertical puede crecer en cercos o pantallas para delimitar espacios sin ocupar demasiado terreno. Este árbol requiere una exposición directa al sol para desarrollarse de forma correcta, así que es importante ubicarlo donde reciba al menos seis horas diarias de luz natural.
El arbusto no requiere riegos excesivos pero es importante mantener ligeramente húmedo el suelo, sobre todo en sus primeros años de vida. Un riego profundo una vez a la semana o dos veces como máximo será más que suficiente para favorecer un crecimiento saludable y libre de enfermedades.
Por último, cabe destacar que no requiere podas frecuentes, pero un mantenimiento ocasional ayudará a mantener su forma y densidad. La mejor época para podarlo es a finales del invierno o principios de la primavera.





