Para limpiar la piel, puedes optar por la ténica conocida como "doble limpieza", en la cual se garantiza que toda la suciedad, exceso de grasa e impurezas se eliminan. Además, así conseguirás tener un rostro más claro en general, con rojeces reducidas, más radiante y con poros refinados, al suavizarse la superficie.
Una vez que hayas limpiado la piel, se recomienda continuar con el famoso "método frío", el cual ayuda a cerrar los poros. Puedes usar alguna mascarilla refrescante con efecto frío o con un rodillo de jade (el cual puedes introducir unos segundos antes en la heladera).
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Incluso actualmente se han vuelto virales los famosos "parches para granos", los cuales secan, minimizan la rojez y regeneran, sobre todo la noche anterior. A continuación, una vez que hayas pasado por todos esos pasos, podrás comenzar a maquillar la piel.
Lo primero que debes aplicar es una buena crema hidratante o en su defecto un primer. De esta forma podrás conseguir una piel saludable, mucho más tersa, elástica y luminosa. Luego, en lugar de aplicar una base de maquillaje, se recomienda usar corrector de ojeras solo en las zonas que hace falta, como por ejemplo las ojeras, las zonas del rostro con rojeces y sobre los granitos.
Finalmente te aconsejamos aplicar un polvo fijador de maquillaje. Esto hará que el corrector o lo que hayas aplicado en la piel dure por mucho más tiempo y así podrás estar tranquila de que tu maquillaje durará intacto por todo el día.