Los 30 de agosto desde 1676 hasta la fecha, tienen una dueña; una patrona. Se trata de Santa Rosa de Lima, la primera nacida en América en ser beatificada. Precisamente en aquella fecha el papa Clemente IX la consagró como santa, y pasó a ser la patrona del Perú, América y las Filipinas. El Congreso de Tucumán la declaró Patrona de la Independencia Argentina. La fecha es especial para los devotos -y los no tantos- ya que existe la creencia de que para en este día llega la llamada Tormenta de Santa Rosa, con lluvia, y se acostumbra entre las mujeres cortarse el pelo, para que crezca sano y fuerte.

La creeencia de la tormenta, que debe llegar cinco días antes o cinco después del 30, es desmentida por el Servicio Meterológico Nacional, que dice que la tormenta, en el período 1861-2003, se observa que sólo 16 veces en 142 años, se produjo La Tormenta. El arraigo, nació debido a que el día del fallecimiento de la santa, se desató un copiosa lluvia en Lima.

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La venerada santa, que en Mendoza fue homenajeada poniéndole su nombre a un departamento del Este, nació en Lima, Perú, el 24 de abril de 1586, y falleció el 24 de agosto de 1617, a los 31 años de una vida dedicada al servicio del prójimo.

La limeña nació como Isabel Flores de Oliva, fue hija de Gaspar Flores, arcabucero natural de Baños de Montemayor, municipio de la provincia de Cáceres (España) y de María de Oliva y Herrera, hilandera y costurera indígena, natural de Húanuco. Por su parte materna y por experiencia propia aprendió a cultivar la humildad y a defender a los indígenas e indefensos. "Si lo cristianos están obligados a predicar amor por todas partes, ¿por qué llegaron a América con guerras, destrucción y odio?", se preguntaba al ver el maltrato de los altaneros hidalgos españoles contra los hijos de la tierra.

De pequeña comenzó a servir a dios, admiraba a Santa Catalina de Siena, y como ella comenzó a hacer ayunos tercianos (tres veces por semana) y a autoimponerse penitencias. En la intimidad de su familia tomó el nombre de Rosa de Santa María.

El corte de pelo

Cuando fue una jovencita, de mucha belleza, ante la admiración que causaba, decidió cortarse el pelo (quizá de aquí radique la costumbre de cortarse el pelo el 30 de agosto) y afearse "echándose pimienta en la cara" y rechazar a los pretendientes, decidida sólo a comprometerse con su dios. Hizo votos de virginidad y se recluyó en una hermita construida por ella y su hermano en los fondos de su casa, para salir sólo para ir a misa.

Con el tiempo fue naciendo uno de los mitos más conocidos y repetidos que es el que indica que hay que cortarse el pelo en esta época. La creencia indica que hay que cortarse el pelo y enterrar el mechón bajo la tierra, o bajo un rosal para que crezca fuerte y sano.

La defensa de Lima

A Rosa se le atribuye el milagro en vida de haber salvado a Lima en 1615 ante un intento de invasión de una flota holandesa corsaria, al mando de Jorin Van Spilbergen, que llegó al puerto de El Callao y se dispuso a invadir y saquear.

Si bien es cierto que la defensa de la flota española, y los cañones del puerto fueron disuadiendo a los invasores, se dice que ante el pánico desatado en la capital virreinal, Rosa de Santa María reunió a los más espantados: mujeres, ancianos y niños, los reunió a rezar en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, además de arengar a las tropas defensoras e infundir el valor nacido de la fe. Tal fue su fervor, que pensando en algún acto de profanación de los holandeses (protestantes), cosió su hábito y subida al altar cubrió con su cuerpo la imagen de Cristo. Por esta acción es patrona de instituciones militares y policiales en nuestro continente.

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