Un hallazgo reciente en el norte de Irak aporta pruebas concretas sobre la vida en común de monjes cristianos y seguidores del zoroastrismo. Este descubrimiento permite observar cómo ambas comunidades religiosas habitaron el mismo espacio sin roces aparentes hace quince siglos.
Descubrimiento de una iglesia enterrada de hace miles de años sorprende a la arqueología
Un histórico descubrimiento en Irak confirma la existencia de una Iglesia milenaria que convivió pacíficamente con el zoroastrismo
Los datos obtenidos mediante la arqueología en la zona ofrecen un panorama claro sobre la tolerancia durante el dominio de los imperios persas, alejándose de las visiones de conflicto permanente que a menudo dominan los relatos históricos de la región.
Un descubrimiento singular en el sitio de Gird-î Kazhaw
Los trabajos de excavación en Gird-î Kazhaw, cerca de la actual aldea de Bestansur, sacaron a la luz los cimientos de una antigua Iglesia cristiana. Investigadores de la Universidad Friedrich-Alexander y la Universidad Goethe de Frankfurt identificaron pilares de piedra y restos de muros que formaban parte de un monasterio levantado alrededor del año 500 d.C. La aparición de este edificio resulta inesperada para los expertos, pues constituye la primera construcción de este credo hallada en esa ubicación específica. Entre los objetos recuperados destaca una vasija adornada con una cruz, elemento que comenzó a utilizarse con mayor frecuencia tras la legitimación del cristianismo en occidente.
El aspecto más relevante de la investigación reside en la cercanía física entre los centros de culto. El recinto cristiano se ubica a escasos metros de una fortificación sasánida activa, donde se rendía culto bajo los preceptos zoroástricos. Esta proximidad inmediata indica que los practicantes de ambas fe compartían el entorno cotidiano en paz, incluso en tiempos donde el cristianismo ganaba terreno dentro de las fronteras persas.
La arqueología y las evidencias de integración regional
El caso de Iraq encuentra eco en otras latitudes, lo que refuerza la hipótesis de una tolerancia extendida. A unos 600 kilómetros al norte, en la actual Georgia, el sitio de Dedoplis Gora presenta un escenario similar de integración cultural. En un complejo palaciego de dos milenios de antigüedad, se identificaron espacios sagrados donde convergían distintas tradiciones. Los registros señalan que las élites locales veneraban deidades iraníes combinadas con figuras astrales de la región.
Las estructuras excavadas revelan habitaciones para usos diversos bajo un mismo techo: desde altares con fuego sagrado propios del zoroastrismo hasta áreas destinadas al culto griego de Apolo y ceremonias vinculadas a la fertilidad agrícola. Estos antecedentes refuerzan la idea de que la religión oficial persa mantuvo, durante largos periodos, una actitud abierta hacia otras creencias. La evidencia material confirma que la integración era una realidad palpable en diversos puntos del imperio.






