Precalentar el horno
Antes de colocar la fuente al horno, tendrás que asegurarte de que el horno esté bien caliente. Lo ideal es comenzar con una temperatura fuerte (alrededor de 220 °C) para sellar las verduras y evitar que se adhieran.
Secar las verduras
Las verduras siempre deben lavarse, cortarse y secarse antes de cocinarse (sin importar cuál sea el método o forma de cocción). Puedes secarlas con un trapo, repasador o con papel de cocina. El exceso de agua hace que las verduras se peguen a la fuente o que queden blandas.
Aceite
Las verduras no van sobre la fuente directamente, sino que se debe colocar una capa de aceite (puede ser de girasol o el que sea de tu preferencia). No hace falta bañar las verduras en aceite, pero si deben estar humedecidas. Esto ayuda a que queden crocantes y evita que se adhieran.
Dejar espacio entre las verduras
Al momento de ubicar las verduras en la fuente, debes hacerlo en una sola capa, separadas entre sí. Si se amontonan, las mismas generan vapor y terminan pegándose y no quedan crocantes.
No mover las verduras
Uno de los errores más comunes es mover las verduras y darlas vuelta antes de tiempo durante la cocción. Te recomendamos dejarlas cocinar varios minutos sin tocarlas: cuando estén doradas de un lado, se van a despegar solas.
Textura crocante
Para que las verduras queden más crocantes, lo mejor es subir un poco la temperatura unos minutos antes de sacarlas del horno.
Al momento de condimentar las verduras, puedes hacerlo con diferentes especias, hierbas o incluso con alguna salsa agridulce con miel, mostaza, tomillo y las especies que más te guste. Otra opción es hacer una mayonesa casera para mojar las verduras.