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China convirtió un desierto en el mayor bosque artificial del planeta Tierra

A lo largo de la historia, algunos países han creado bosques artificiales en zonas áridas, combinando conservación ambiental y defensa territorial

A lo largo de la historia, los países han buscado métodos creativos para proteger su territorio. Una de las más sorprendentes ha sido la creación de bosques artificiales, transformando áreas áridas del planeta Tierra en barreras naturales que cumplen tanto funciones ecológicas como de defensa

Este enfoque combina conservación ambiental con objetivos estratégicos, mostrando cómo la naturaleza puede convertirse en un aliado de la seguridad nacional. Te contamos de qué bosque se trata.

Bosque

China convirtió un desierto en el mayor bosque artificial del planeta Tierra

Un ejemplo destacado de esto es el bosque de Saihanba, en China. Ubicado en la provincia de Hebei, a unos 400 kilómetros de Pekín, este proyecto comenzó en 1962 en un área afectada por la expansión del desierto de Hunshandake, que amenazaba con avanzar hacia ciudades importantes.

Durante décadas, miles de trabajadores, incluidos soldados, plantaron millones de árboles en terrenos áridos y degradados, transformando la región en un bosque vibrante. Hoy, Saihanba se considera el mayor bosque artificial del planeta Tierra, con más de 76.000 hectáreas y una cobertura forestal superior al 80%. Además, ha logrado absorber grandes cantidades de CO, liberar oxígeno y conservar millones de metros cúbicos de agua cada año, convirtiéndose en un modelo global de reforestación y sostenibilidad.

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La creación de este bosque

Pero el bosque de Saihanba no es solo un logro ecológico. Su creación tuvo también un propósito estratégico y de protección. Actúa como escudo natural frente a tormentas de arena y erosión, protege infraestructuras críticas y mejora la calidad del aire en zonas cercanas a Pekín.

De este modo, un bosque que comenzó como un proyecto ambiental se convirtió en una herramienta de seguridad territorial y prevención de riesgos naturales. Saihanba demuestra que, con planificación y esfuerzo, un país puede crear un ecosistema desde cero que no solo restaura la tierra, sino que también cumple funciones estratégicas, combinando conservación, desarrollo y seguridad nacional en un solo proyecto.

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