Pasaron casi siete meses del incendio del Cerro Arco y las marcas que dejó aún son visibles en varios tramos, cómo así también las consecuencias. La flora y la fauna todavía no se termina de recuperar mientras se avanza en estudios para analizar cuando el cerro volverá a ser lo que era, o al menos algo similar.

Sólo cinco personas analizan minuciosamente cada detalle de las 1.634 hectáreas quemadas en los cerros Arco y Gateado, luego del severo incendio ocurrido en septiembre de 2018. Lo realizan estudiantes de Recursos Naturales Renovables y con esos datos se armará un plan de restauración.

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Para llevar adelante la restauración van a pedir que los ciudadanos colaboren en el trabajo.

“Lo que tratamos de evitar son esos comentarios que dicen que se va a recuperar en 30 o 20 años. No lo sabemos. Se están haciendo los estudios para arrojar datos lo más confiables posible, y es una estimación porque no podemos pronosticar el tiempo para dentro de 20 años”, explicó el ingeniero agrónomo Mariano Cony, coordinador general de la restauración en el Cerro Arco y Gateado y presidente de la Fundación Cricyt.

El diagnóstico del Cerro “empezó con imágenes satelitales, luego con vuelos de dron, hasta llegar al estudio de campo donde se registran las mediciones de vegetación y el grado de afectación de la misma, y donde se verifica el estado de la fauna”, sostuvo Cony.

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El estudio que realizan los alumnos avanzados de la carrera de Recursos Naturales Renovables estará en mayo y en ese momento se podrá hacer un mapa con las áreas que necesitan ser restauradas.

Dos formas de restauración

Una de las maneras para tratar de devolverle al cerro lo que perdió es de pasiva, cuando puede regenerarse de forma natural. Lo único que hace allí el humano es cercar la zona para evitar el tránsito de personas y de ganado.

Cuando la pasiva no es viable, se realiza la restauración activa, la cual necesita “un aporte energético, producir plantas en un vivero, luego de seis meses plantarlas en el lugar, ponerles abono, regarlas” y cuidarlas como cualquier planta para que sobreviva en el terreno, indicó Mariano Cony.

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El pasto es lo primero que sale después del fuego y algunas plantas herbáceas, rastreras, pero en general había mucha jarilla en esta zona y hay algunas que no respondieron hasta ahora al rebrote natural”, dijo Emilia Fernández, ingeniera en recursos naturales renovables y becaria post doctoral del Conicet.

Sostuvo: “Algunos cactus rebrotaron, pero los especialistas dicen que se van a morir porque es una reacción que tiene la planta, pero que después se va a terminar secando porque la base está toda quemada”.

Diferentes zonas

“Tenemos una zona baja donde hay cauces temporales, entonces el tipo de vegetación no es la misma que la que está en las laderas y quizá el incendio no afecta de la misma forma a la vegetación y a la del pastizal de altura”, contó Fernández

Y agregó: “Dentro de lo quemado y no quemado hay pastizal de altura, que son las zonas que están por arriba de los 1.500 metros sobre el nivel del mar, las laderas solana y de umbría, es decir que tiene sol y no, y la vegetación en cada ladera es distinta a la que está en el bajo”.

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Indicó que, si bien llevan más de un mes de trabajo en el campo, las zonas son tan variables que “todavía es difícil saber cuál está más afectada” por el incendio ocurrido entre en 21 y 28 de septiembre de 2018.

El cauce hizo de cortafuego, y se puede comparar muy bien la parte quemada y la que no. Entonces se ven qué plantas hay y en base a eso vamos a poder decir qué falta o qué se restauró o tal planta no se recuperó”, detalló Emilia Fernández.

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Una de las características de este incendio es que fue en una zona muy cercana a la población, y esto trajo sus consecuencias. Mariano Cony explicó que se realiza un estudio aluvional debido a que “con los arbustos se frenaba la velocidad del agua” cuando había tormentas y que al no estar un gran interrogante es qué va a pasar en las zonas pobladas más cercanas: “Esto tiene un impacto muy grande en la gente”.

Así como la vegetación varía según la zona, lo mismo ocurre con la fauna.

“Vimos que hay mucho zorro, que en general está cerca de la gente, también roedores, liebres, guanaco y más arriba vimos gato, pumas. Se evalúa a través de indicios porque estos animales no se ven, se escapan, indicios como huellas, eses, y con un estudio se puede identificar el animal a grandes rasgos”, indicaron los especialistas.

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“Lo primero que hay que hacer es recuperar la vegetación para que vuelva el animal, poque le quedó destruido el hábitat y su fuente de alimentación”, aseguraron.

Cómo se trabaja

Josefina Segura es una estudiante avanzada de Recursos Naturales Renovables, trabaja todos los días en el terreno, y contó: “El muestreo se hizo como inicialmente se planificó, son cuatro ambientes conformados por bajo cauce, ladera Norte y Sur y pastizales de altura. Se divide en dos parcelas con lo que está quemado y lo que no está quemado. Eso lo distribuimos en cuatro sitios y en cada uno ponemos parcelas de flora y fauna”.

En total son 32 parcelas que los cinco estudiantes de Recursos Naturales Renovables estudian cuidadosamente para concluir el diagnóstico.

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“Algunos lugares no se van a poder plantar porque son peligrosísimos por las pendientes pronunciadas que tienen y corre riesgo la gente”, indicaron.

Participación de la sociedad

“Una vez que tengamos el diagnóstico y el mapa de restauración, para llevarlo adelante vamos a llamar a la gente. La idea es que vengan todos los que usan el Cerro Arco y nos ayuden a restaurarlo, producir plantas, plantarlas, regarlas”, manifestó Mariano Cony.

El presidente de la fundación Cricyt aseguró: “La mayor parte de las restauraciones en el mundo fracasan, sobre todo en zonas áridas, porque no se tiene en cuenta la parte social. Todos esos esfuerzos van a servir para que la gente perciba lo que es restaurar un ambiente y que siempre es mejor conservar y prevenir”.

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“Queremos hacer programas de capacitación, que la gente que venga al Arco a trabajar, a ponerle el hombro y se lleve también algún tipo de conocimiento sobre qué es un proceso de restauración, cómo se hace, por qué se producen los incendios”, agregó Cony.

Emilia Fernández sumó: “Si apagás mal un fueguito, un asadito, puede ocurrir un desastre y que no es fácil que se recupere ese lugar. Eso es importante que la gente vea también”.

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Cómo y cuándo se restaurará

“Pensamos que los plantines los vamos a empezar a producir en septiembre-octubre con la primavera, las plantas estarían en marzo-abril, así que el otoño que viene (en el 2020) si hay que hacer la restauración activa se empezaría a hacer”.

En el caso de la restauración pasiva “cuando estén los estudios hechos, también en primavera estaríamos largando”.

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