Nicola Bruno Corradi Soliman era italiano y nació en Verona el 16 de enero de 1936. Ya había sido denunciado por cometer abusos en la sede del Instituto Próvolo en Verona, Italia, donde nació la institución, mucho tiempo antes de llegar a Argentina.
Por otra parte, la Justicia de La Plata inició una investigación a fines de 2016 con denuncias de hechos similares, luego de que se conociera que Corradi y Corbacho también habían trabajado en la sede del Próvolo de La Plata.
Corradi entró a cada una de las audiencias en Mendoza en una silla de ruedas y sufría sordera parcial por su edad, indicó su defensora oficial, y por ello se utilizó un software especial para que pudiera seguir el debate.
Su detención fue ordenada por los delitos de abuso sexual simple agravado por su condición de ministro del culto católico y encargado de la guarda por el grave daño en la salud de la víctima y reiterado cuando menos en tres hechos; y abuso sexual con acceso carnal agravado reiterado por lo menos 5 hechos en su calidad de partícipe necesario.
Según la investigación, los abusos constatados se cometían los días sábados, "cuando disminuía el número de alumnos internados y sólo quedaban los que no tenían familia".
Actualmente se desarrolla un segundo juicio en el que hay 9 mujeres acusadas, entre ellas las monjas Kumiko Kosaka y Asunción Martínez que transita por la etapa de declaraciones de las imputadas. También están en el banquillo de las acusadas la representante legal Graciela Pascual (65), la cocinera Noemi Paz (63), la psicóloga Cecilia Raffo (43) y las ex directoras Edith Pinaca (66), Cristina Leguiza (50), Valeska Quintana y Laura Gaetán.
Una de las víctimas de Corradi en La Plata, Daniel Sgardelis, quien estuvo interno desde 1982 a 1991, declaró haber sufrido vejaciones y golpizas de parte de Corradi.
"Corradi me torturó... duele mucho el cuerpo", contó Sgardelis refiriéndose en tiempo presente a la violencia que sufrió, porque "esos abusos siguen lastimando", dijo.