Augusto Bosshardt tiene una amplia trayectoria como traumatólogo y empresario de la salud en Mendoza. Con sus socios médicos, hace 30 años fundaron la Clínica Francesa y lograron posicionarla como centro de referencia. A la par, siempre soñó con tener un geriátrico. Lo que no imaginó es que cuando estuviera a punto de concretar ese proyecto, lo convertiría en hotel.
Augusto Bosshardt revela cómo proyectó un geriátrico y lo convirtió en el primer hotel 4 estrellas de Chacras
Augusto Bosshardt es médico como casi todos sus socios. Planearon un geriátrico VIP y a mitad de camino lo transformaron en el primer hotel de lujo de Chacras
A mitad de camino, y con la pandemia mediante, la construcción de un geriátrico VIP se transformó en el primer hotel de lujo que tiene Chacras de Coria, en Luján de Cuyo, y que fuera inaugurado recientemente. La estructura del hotel mantiene el diseño pensado para albergar a personas mayores, cuenta con accesos para personas con discapacidad y espacios amplios en su interior dividido en tres grandes bloques.
Sin embargo, el cambio de timón que dieron Augusto Bosshardt, Piero Capredoni, Gonzalo Aguiar, Gustavo Kalnisly y Gabriel Sarfati, los llevó a rediseñar las instalaciones acorde al formato hotelero, ofrecer 40 habitaciones confortables, piscina, restaurante las 24 horas y amenities indispensables para convertir el lugar en un hotel 4 estrellas superior, único en la zona residencial de Chacras.
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"El manejo de una clínica sí tiene una parte de hotelería, pero no se da al revés. Un hotel es muy distinto a una clínica", admite Bosshardt acerca de este mundo empresarial desconocido para él y que lo entusiasma no solo como aprendizaje personal sino como una forma más de invertir en su Mendoza natal.
Porque -según declara- "todo lo que he hecho, lo he hecho acá; y todo el producto de mi esfuerzo está enterrado en Mendoza".
De joven invierte en la salud y el bienestar de Mendoza
Augusto Bosshardt viene de padre médico, era otorrinolaringólogo; él se inclinó por la traumatología. Estudió en la UNCuyo, hizo la residencia en el Hospital Central y se perfeccionó en Estados Unidos e Inglaterra. Con posibilidades de radicarse afuera, no tenía 30 años cuando decidió apostar en su Mendoza natal por la inversión de su vida: fundar una clínica traumatológica. "Decidí desarrollarme e invertir en Mendoza porque me identifico absolutamente como mendocino", asegura.
"Con los socios que todavía tengo siempre tuvimos en la cabeza la idea de tener una clínica. Empezamos en Tunuyán porque no nos animábamos a Mendoza Capital. No llegábamos a los 30 años de edad", cuenta acerca de esa aventura que a él junto a Gonzalo Aguiar, Gustavo Kalnisly y Carlos Nigito los llevó a crear la Clínica Francesa, una de las más prestigiosas en su especialidad en todo el país.
A décadas de aquella hazaña, hoy en el proyecto del hotel se suman Piero Capredoni y Gabriel Sarfati en lugar de Carlos Nigito. Bosshardt y el traumatólogo Gonzalo Aguiar se conocen hace 47 años. Gustavo Kalnisly también es médico y Gabriel Sarfati es doctor en Kinesiología.
Respecto a la fundación de la Clínica Francesa, Bosshardt reconoce que "tuvimos suerte porque en el ’96, cuando cambia la ley de ART, nos contratan para gerenciar una ART; entonces de muy pichoncitos nos pusieron del otro lado del escritorio y entendimos inmediatamente cómo era la cosa: una cosa es ver la salud como prestador y otra es como financiador".
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El médico traumatólogo revela que tuvo posibilidades de quedarse en Estados Unidos, "pero Mendoza es el tipo de sociedad en donde quería vivir, formar una familia y que se desarrollen mis hijos; decidí volver; acá tenemos mil problemas, algunos económicos, otros socioculturales, pero lo sigo eligiendo".
La publicidad que los empujó al crecimiento
El lugar donde los treintañeros médicos abrieron una clínica era "re chiquito" en Tunuyán, recuerda Bosshardt y comenta que ellos mismos hacían las guardias de 24 horas. El primer pago por gerenciamiento lo invirtieron en publicidad. "Nos pagaron unos 2800 dólares, una fortuna para nosotros, y con eso nos compramos la página central en la revista Primera Fila. Salió un domingo, y el lunes estaba explotada la clínica", relata para marcar ese momento como el punto de inflexión para lo que hoy todos conocemos como la Clínica Francesa.
"De Tunuyán nos vinimos a la calle Colón de Mendoza Capital, después ampliamos el edificio; más tarde hicimos el primer edificio de Costanera en Godoy Cruz y luego el otro", describe las etapas de expansión de su centro médico. Y justifica que se mudaron de Tunuyán a la Capital porque "la gente en salud tiende a ir a los grandes centros urbanos, necesitás una economía de escala y no podés, para atender poca gente, invertir lo que hace falta en salud".
Y sostiene que lo que caracteriza a su clínica es que brindan una guardia única, con quirófano, equipamiento médico, consultorios y traumatólogos las 24 horas. "Es nuestro caballito de batalla, te accidentás y vas a la Francesa, la clave pasa por el servicio que brindamos hace más de 25 años", considera Bosshardt.
Con una marca consolidada en el sector médico y que está en permanente crecimiento, ¿por qué meterse a un mercado nuevo como es el de los hoteles? ¿Fue casualidad, o ganas de repetir aquel entusiasmo de juventud? Fue a raíz de un sueño por cumplir que se mantiene latente para darle paso a otra aventura que saca a estos médicos de su zona de confort, que los moviliza y desafía.
Cómo un geriátrico se convierte en un hotel de lujo
El proyecto hoy convertido en hotel empezó en 2019 y "porque siempre tuve en mi cabeza la idea de fundar un buen geriátrico, algo digno", explica Augusto Bosshardt. Recuerda que cuando vivió en Inglaterra, hace más de tres décadas, "tenía una gran amiga que gestionaba un geriátrico y ahí me quedó la idea". Muchos años después, hablando con su socio Piero Capredoni, "me comenta que tiene este terreno, y yo le digo: ‘Hagamos un geriátrico. Un geriátrico VIP'".
Capredoni aceptó el convite, al igual que el resto de los socios. En la estructura del hotel podemos observar rampas, puertas para discapacitados, "tiene una serie de ventajas competitivas desde la hotelería", apunta Bosshardt. Pero, claro, se da debido al origen del edificio, que estaba pensado como un geriátrico.
Viene la pandemia, "nos acude a todos, en todo sentido", y la construcción entra en stand by. Al retomarla, un día cualquiera uno de los socios se asombra de la belleza del lugar y arroja la idea jamás pensada: convertir el lugar en un hotel.
Se modificó por completo el interiorismo, la decoración y las funcionalidades de los espacios, pero se mantuvo su estructura y fachada. "El sistema de restaurantes es otro, lo mismo que internet y el sistema de incendios, muchas cosas tuvimos que cambiar... Por ganas de hacer, y un poco por rebote, terminamos haciendo el hotel", confiesa Bosshardt.
Conscientes de que se meterían en un negocio inexplorado por ellos, contactaron a una experta, Belén Graffigna, para que los acompañara en todo el startup del hotel, y les presentara varias cadenas para las que podían trabajar. "En base a que no tenemos experiencia en el tema, pensamos que una franquicia nos iba a potenciar mucho. Y apenas conocimos a la gente de Amérian, nos dimos cuenta que son muy parecidos a nosotros, con muchas ganas de hacer, con seriedad, son responsables; así que hicimos la franquicia", revela Augusto Bosshardt.
La cadena de hoteles Amérian se encarga de la publicidad y ventas, mientras que el gerenciamiento es propio de los socios mendocinos, quienes tienen pensado ofrecen allí ciclos de jazz, exposiciones artísticas -sobre todo de esculturas, el lugar está regado por el arte escultórico- y presentaciones de vinos.
Encontraron el lugar ideal para abrir un hotel
Para Augusto Bosshardt, tener la franquicia Amérian en hotelería "es como entrar a competir en Fórmula 1 con la escudería Mercedes", y a esta ventaja le suma hacerlo "en un lugar casi sin hoteles, o sea, un nicho que no estaba explotado" en referencia a que su hotel está localizado en la parte más moderna y en expansión de Chacras de Coria, sobre calle Almirante Brown.
"Hay hoteles muy bonitos en Chacras, pero muy chiquitos, ninguno sobrepasa las 10 habitaciones; con lo cual hay un público que queda fuera de ese target. Nosotros estamos muy apuntados a lo corporativo, a las fiestas de casamiento de gente de otros lugares, a congresos o cualquier actividad recreativa que atraiga a mucha gente, o paquetes de turismo en grupo. Tenemos 40 habitaciones", detalla sobre las bondades de su alojamiento 4 estrellas.
Abrir a contramano de lo que está ocurriendo en un país con recesión y crisis económica, no es una locura para Bosshardt y sus socios. Todo lo contrario. "Es un poco en base a nuestra experiencia de vida", señala.
Y ofrece su mirada al asunto: "Decidí invertir acá porque acá es donde vivo. En realidad uno piensa que nunca es el momento adecuado. Pero no te queda otro momento que el actual. Tenés que sí o sí ir haciendo, si no hacés, pasa el tiempo y mirás para atrás y decís: ‘Al final no hice nada’". Una mirada optimista ya que para él "siempre es buen momento para invertir". Además, cree que vienen tiempos mejores. "Incluso en los pésimos tiempos que hemos vivido de varios años a esta parte, hemos podido crecer. Con que nos saquen un poquito el pie de encima, creo que no hay límites para crecer en nuestro país", reflexiona.
El trabajo en equipo es más que la suma de sus partes
La inauguración del Amérian Chacras es vista como beneficiosa por Bosshardt, no sólo para él y sus socios sino para la comunidad mendocina en su conjunto.
"De alguna manera, colaboramos con la buena imagen que tiene Mendoza. Además entrenamos gente, a todo nuestro equipo; soy un firme creyente de la educación del trabajo", afirma y destaca que el 95% del personal del hotel es de Luján y vive en Luján.
El socio del nuevo Amérian sostiene que "entrenar gente que de otra manera no tenía una salida laboral es fantástico, brindar las condiciones para que la gente se pueda desarrollar y que ingrese en un nuevo universo; y para nosotros también es beneficioso ya que a través de ellos hacemos que la empresa sea rentable".
En el fondo, para Augusto los proyectos se encaran en equipo y por el equipo. "Siempre les digo a mis socios que nosotros solos, o sea, cada uno de forma individual, somos bastante normalitos; ahora, en equipo y deponiendo el ego cada quien aporta algo, vamos eligiendo y ese trabajo en equipo se transforma en una entidad muy por arriba de la suma de las partes".
Allí radica en él la fórmula del éxito, alimentaba a base de "respeto, confianza y el no creerse que uno hace más que el resto".
El proyecto del geriátrico sigue en pie
El proyecto del geriátrico permanece en Augusto Bosshardt. "Sólo se postergó un poquito. Tengo hasta el lugar en la cabeza para construirlo", anticipa.
El médico describe que hay diferentes tipos de geriátricos. "Están los que son con algún soporte para mayores con total independencia, hasta lugares donde necesitan asistencia", detalla. Y mientras camina por el jardín del hotel donde iba a montar un geriátrico, observa: "Si ves la disposición del edificio, tiene 3 bloques: el área pública, y dos bloques ahora de hospedaje, antes eran de internación porque teníamos distinta visión".
Esto porque sus socios se lo imaginaban como un lugar de estadía para personas mayores autosuficientes "y yo me lo imaginaba para gente que requiere asistencia en forma intensiva", revela quien considera que "geriátricos para gente que necesita asistencia, hay, pero pueden haber mejores y faltan".
Hacia ese proyecto entonces se dirige el traumatólogo Augusto Bosshardt, confirmando que la vida está para perseguir sueños y nuevos desafíos.









