"Desde que comencé la transición de género hasta que conseguí trabajo en el 2009, pasé por 42 entrevistas laborales, en todas fui rechazada. Pasé de trabajar en comercio exterior a no poder atender un kiosco. Fue muy difícil".
Por esto, Adriana reivindica la recientemente aprobada Ley Nacional de Cupo Laboral Travesti-Trans (27.636), puesto que ha sido "un largo camino" para adquirir derechos y formalizarlos.
Su intención es que se cumpla en el Estado con el 1% de los cargos destinados a personas travestis, transexuales y transgénero, y en vistas de esta legislación, poder formar parte del Ministerio Público Fiscal de Mendoza. Quiere ingresar en este ámbito, debido a su vasta experiencia en temas jurídicos y sus 12 años de trabajo como asistente de Jacky.
Romper estereotipos
Adriana vino a vivir a Mendoza con su pareja, que se dedica a la música. Aquí continuó con sus trámites de transición, autorizaciones para tener documentos y poder concretar la intervención quirúrgica de reasignación de sexo, que finalmente se realizó en el 2011.
En Buenos Aires, muchas cosas quedaron atrás. Entre otras, una vida en la que siempre sintió que su realidad interna no coincidía con la interna.
Algunas situaciones le resultan, aún hoy, difíciles de explicar. "Yo nunca fui un varón afeminado, yo era una mujer. Es complejo de poner en palabras, pero literalmente es así".
Lo explica relacionando un poco todos los estereotipos que, aún hoy y luego de 9 de años de existencia de la Ley Nacional de Identidad de Género (26.743), aún existen con respecto a las personas trans.
"Mucha gente cree que las mujeres trans, de niños queríamos vestirnos de princesas, y así empezó todo. Nada más lejano a mi realidad. Yo amaba los autos, me gustaba el heavy metal, de hecho toqué en una banda. Pero era una mujer, amante de los autos y del metal. Es así de simple".
Si bien fue duro pasar esa adolescencia y juventud, con el correr del tiempo y la aparición de internet, y la explosión de información que esto significaba, su mente se abrió y se animó a pensar en concretar lo que tanto había tratado de evitar: ser ella misma.
Empecé a ver que no era tan raro lo que me pasaba, que a mucha gente le pasaba lo mismo. La información estaba ahí, esperando a que la encontrara, y aunque en esa época había que esforzarse un poco más que ahora para encontrar datos y antecedentes, yo los busqué, los encontré y me animé a seguir ese camino Empecé a ver que no era tan raro lo que me pasaba, que a mucha gente le pasaba lo mismo. La información estaba ahí, esperando a que la encontrara, y aunque en esa época había que esforzarse un poco más que ahora para encontrar datos y antecedentes, yo los busqué, los encontré y me animé a seguir ese camino
El trabajo dignifica
Así como asumió que es uno de los aspectos más complejos de la transición buscar y conseguir un trabajo acorde a sus expectativas -en algún momento de la entrevista dijo que, hasta hace algunos años , lo máximo a lo que las mujeres trans podían acceder en lo laboral, era a trabajar como peluqueras- también contó cómo intentó poner este problema en una agenda política.
"En el 2007, yo le escribí a Cristina Fernández de Kirchner una carta. Apenas ella había asumido como presidenta. Le dije que esperaba que le fuera bien en su cargo, y le sugerí que el Estado tenía que ser capaz de garantizar que las personas trans pudiéramos capacitarnos, y así conseguir trabajos como todas las personas, también como una forma de que no nos vieran como algo extraño".
No sabe si la carta le llegó, ni si la leyó. Pero fue casi una premonición: desde aquella época, todos los pedidos de Adriana fueron consiguiéndose.
"Es verdad que hemos adelantado mucho como sociedad, pero hay que poner énfasis en el trabajo, porque el trabajo dignifica, solamente cuando la gente comience a ver a personas trans ocupando puestos comunes, en oficinas públicas, supermercados, negocios, o vaya a hacerse a atender a un hospital y el médico o enfermera sean trans, van a cambiar realmente la mentalidad".