Conmoción eterna

A 45 años del asesinato de John Lennon, el culpable reveló un escalofriante dato mientras cumple perpetua

El asesinato de John Lennon sacudió al mundo en 1980; Mark David Chapman sigue cumpliendo cadena perpetua por el crimen

El 8 de diciembre de 1980, John Lennon atravesaba uno de sus mejores momentos personales y profesionales. Había lanzado Double Fantasy, su primer álbum tras cinco años alejados de los escenarios, y estaba listo para retomar su carrera mientras disfrutaba de su rol como padre. Ese día había sido intenso: una sesión de fotos para Rolling Stone, una entrevista radial y una salida del edificio Dakota junto a Yoko Ono para continuar con su agenda laboral.

Las ultimas fotos de sesión de Annie Leibovitz, para Rolling Stone

Como siempre, Lennon se detuvo a saludar a los fans que lo esperaban. Entre ellos estaba el hombre que más tarde lo atacaría, Mark David Chapman. Le firmó a Chapman la portada de Double Fantasy, intercambió unas palabras y siguió su camino sin imaginar lo que ocurriría horas después.

Cuando volvió al Dakota esa noche, ya no había seguidores ni seguridad, solo el mismo joven que le había pedido el autógrafo. Lennon dio unos pasos, escuchó que lo llamaban por su apellido y recibió cuatro disparos. Murió poco después camino al hospital.

Ese crimen conmocionó al mundo y convirtió al músico en un ícono eterno. Desde entonces, millones de personas se siguen preguntando qué habría pasado si Lennon hubiera tenido la oportunidad de vivir el futuro que estaba por comenzar.

John Lennon tenía 40 años cuando fue asesinado por Mark David Chapman.

Sin huir, sin remordimiento: así comenzó la condena que sigue vigente

Tras los disparos, Mark David Chapman se quedó en la entrada del edificio Dakota leyendo The Catcher in the Rye y no intentó escapar. La policía lo detuvo en el lugar del hecho.

En el juicio, Chapman reconoció el crimen y en 1981 fue condenado por asesinato en segundo grado, recibiendo una pena de 20 años a cadena perpetua. Desde entonces permanece preso.

Desde el año 2000 es elegible para libertad condicional, pero todas las solicitudes fueron rechazadas. En audiencias recientes, admitió que mató a John Lennon en busca de fama, aun sabiendo que lo que hacía era incorrecto.

La confesión conmovió al mundo: “Lo maté porque era muy famoso”

A 45 años del asesinato de John Lennon, su homicida, Mark David Chapman, finalmente reveló con crudeza la escalofriante motivación que lo llevó a cometer uno de los crímenes más impactantes del siglo XX. Durante su decimocuarto intento de obtener la libertad condicional, Chapman reconoció que actuó movido por un profundo deseo de notoriedad, asegurando que disparó contra el ex Beatle para “ser alguien”, para dejar una marca en el mundo a cualquier costo.

En su declaración, habló de un ego desbordado, de una búsqueda desesperada por importancia personal y de una distorsión emocional que lo llevó a creer que asesinar a una figura de la magnitud de Lennon lo convertiría en alguien recordado. Admitió que su acto fue “completamente egoísta”, que no respondió a un impulso de odio ni a un conflicto ideológico, sino a una obsesión con la fama y la visibilidad que él mismo describió como “sucia” y “perturbada”.

La Junta de Libertad Condicional evaluó sus palabras como un intento más de explicar una decisión que marcó para siempre la historia de la música y de la cultura popular. Pero, lejos de suavizar la gravedad del crimen, la confesión reforzó la idea de que Chapman actuó con plena conciencia de lo que hacía, motivado por una ambición distorsionada que él mismo reconoce como “imperdonable”.

Mark David Chapman mató a John Lennon en 1980

Confesión, culpa y negación de libertad: la “última palabra” de Chapman

En agosto de 2025, durante su decimocuarta audiencia ante la junta de libertad condicional del estado de Nueva York, Chapman volvió a hablar públicamente. Allí admitió sin rodeos que su crimen no fue una reacción de odio o un arrebato irracional, sino el resultado de un deseo personal profundo y calculado de buscar notoriedad. Tal como declaró ante los comisionados: “Esto fue para mí y solo para mí… tuvo todo que ver con su popularidad”.

Chapman también expresó arrepentimiento por el dolor causado: pidió disculpas a la familia de John Lennon, a sus amigos y a los seguidores del artista, aunque reconoció que al momento del crimen no había considerado las consecuencias. “En ese momento no me importó”, afirmó.

Sin embargo, ese reconocimiento no bastó para convencer a la junta. Su pedido de libertad condicional fue rechazado una vez más. Los comisionados concluyeron que, a pesar de sus palabras, no demostró un remordimiento genuino ni empatía significativa hacia sus víctimas aspectos considerados esenciales para una posible liberación.

Por eso, Chapman seguirá cumpliendo su condena en el complejo penal Green Haven Correctional Facility. Su próxima audiencia para parole está fijada para 2027.

Este último revés ilustra una realidad firme: más allá de los años cumplidos y las confesiones tardías, el asesinato de Lennon continúa siendo considerado un acto imperdonable, con una pena que la justicia insiste en mantener.

Un legado que trasciende el crimen

Confesiones inesperadas y una herida que el mundo nunca terminó de cerrar. Pero, por encima de todo, permanece la figura del artista que soñó con un mundo más amable, que escribió himnos de paz y que dejó una huella imposible de borrar.

Un homenaje a John Lennon en Strawberry Fields, Central Park, Nueva York

Hoy, mientras su asesino busca explicaciones que jamás alcanzarán, la memoria colectiva sigue eligiendo a Lennon: su música, su mensaje y su humanidad. Ese es el verdadero testimonio que perdura, mucho más allá de los disparos que intentaron detenerlo.