Fue, sin duda, el último levantamiento popular mendocino más importante. Quizás solo se puede comparar a las protestas que se sucedieron un par de años después en ese mismo pueblo ferroviario.
En 1993 Palmira ya había entrado en crisis, con la privatización del ferrocarril y la desaparición del tren de pasajeros. En la tarde del 10 de marzo de 1993 había partido de la estación de la ciudad de Mendoza, con rumbo a Retiro, el tren 512. Fueron 360 pasajeros los que, por última vez, llegaron a Buenos Aires en ferrocarril. Era el principio del fin de muchos pueblos y Palmira sentía el golpe aún más…
Todo había empezado en agosto de 1989, en la primera presidencia de Carlos Saúl Menem, cuando se promulgó la ley N°23.696 de Reforma del Estado, que proponía la privatización o concesión de las empresas estatales. El decreto 666/89 dio los ferrocarriles en concesión.
Después el decreto 1.168/'92 ordenó disminuir los servicios de trasporte de pasajeros, que empezó a cumplirse el 31 de julio de 1992. De pronto los confortables servicios de los convoyes El Cóndor, Aconcagua y El Libertador, que unían Retiro con Mendoza, se redujeron a un modesto servicio de El Cuyano.
El 15 de diciembre de 1992 el decreto 2388/'92 ordenaba que el último tren de pasajeros partiera el 10 de marzo de 1993. Fue el final, o casi, porque aún faltaba lo peor para Palmira.
El historiador Rubén Lloveras, tomando varias fuentes entre ellas los archivos periodísticos de Diario Uno, hace un buen repaso de los sucesos de noviembre de 1999, a los que algunos llamaron el Palmirazo.
Las líneas de trenes San Martín y Urquiza, cuando la privatización, habían pasado a BAP (Buenos Aires al Pacífico), empresa con capitales de Pescarmona quien, a su vez, la había vendido en esos días a la brasileña ALL (América Latina Logística), la que decidió el despido de 530 trabajadores, muchos de ellos palmirenses.
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En Palmira, Mendoza, los obreros ocuparon los talleres y declararon una huelga que duró 11 días. La llegada masiva de los telegramas de despido género una ola de indignación en la población palmirense y la protesta sumó a municipales, docentes, comerciantes y hasta a la misma Iglesia.
Hubo colectas, ollas populares, marchas, cierre de comercios y quemas de cubiertas del 15 al 26 de noviembre de 1999. Protestas similares, pero de menor volumen, se registraron en Justo Daract (San Luis) y Monte Caseros (Corrientes).
Los telegramas de despido llegaban todos los días. Las familias esperaban su sentencia cada mañana mientras la protesta se multiplicaba y todo Palmira, desde los talleres ferroviarios hasta los comercios, las escuelas y hasta la iglesia, se mantenían cerradas. Una huelga completa, masiva. Se multiplicaron las ollas populares en las calles y la protesta también llegó a los talleres ferroviarios de Mendoza. Del 15 de noviembre al 26 Palmira estuvo totalmente paralizada.
Los hechos se registraron durante la transición de Carlos Menem a Fernando De la Rúa en la presidencia y de Arturo Lafalla a Roberto Iglesias en la gobernación mendocina.
La protesta sólo se detuvo cuando la empresa aceptó reincorporar a los despedidos.
Este viernes, en Palmira, se recordarán esos días.
Estarán presentes el secretario general de la Unión Ferroviaria nacional, Sergio Sasia y el diputado provincial y titular de la Unión Ferroviaria de Mendoza, Carlos Sosa.
El representante de la Unión Ferroviaria en Mendoza, recordó que “yo me desempeñaba en el Policlínico Ferroviario (que por ese entonces era emblema de la ciudad y que fue cerrado tiempo después) y en la seccional estaba a cargo Lázaro Santamaría. Desde el Policlínico nosotros le elaborábamos y llevábamos la comida a los compañeros que habían tomado los talleres”. En esos días estuvo viviendo en Palmira, junto al resto de los trabajadores en protesta, Florentino Cortez, un emblema de la lucha ferroviaria, ya fallecido.
Sosa se mostró esperanzado con los tiempos que vienen. “Estamos a punto de que se inicie una nueva gestión de gobierno y el presidente electo ha hablado del sistema ferroviario, de su reactivación y la federalización del sistema. Para el desarrollo, el crecimiento y para potenciara las economías regionales, no hay otro medio mejor que el ferrocarril”, dijo.
Hoy en Mendoza hay unos 500 trabajadores con trabajo directo en el ferrocarril.
Palmira, a 20 años de aquella lucha, se sigue sintiendo orgullosa de ella, pese a que aún no logra superar el brutal golpe sufrido con la privatización y el cierre de ramales.