El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) aprobó un Digesto Normativo unificado para el sector, con la derogación de 973 normas. El ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, explicó que, con los cambios, se dejan “atrás décadas de burocracia absurda en el sector vitivinícola”.
La Resolución 37/2025 del INV, firmada por su presidente Carlos Tizio, busca simplificar y actualizar regulaciones obsoletas y redundantes relacionadas con la actividad vitivinícola, alineándose con los objetivos de modernización estatal del gobierno de Javier Milei.
Se aplicará de manera integral a la producción, industrialización, comercialización y fiscalización de vinos y productos derivados en todo el país, derogando expresamente numerosas resoluciones anteriores a partir del 1 de enero de 2026.
El ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, avanzó con cambios en el INV.
“Ya no andarán los inspectores del INV interfiriendo en la producción de las bodegas. Y si –como dice Tizio-, la inmensa mayoría de las bodegas hace años que no tiene problemas, ¿por qué tratarlos como delincuentes?”, resumió Struzenegger respecto de la flexibilización de controles.
Cambios del INV para la industria del vino
“La resolución deroga 973 normas y redefine completamente el rol del organismo”, explicó Federico Sturzenegger. “Dejamos atrás el régimen en el que el Estado pretendía controlar cada paso del proceso productivo para pasar a un modelo donde se enfoca exclusivamente en garantizar la aptitud para consumo del vino”, agregó.
El ministro utilizó su perfil de X para argumentar los cambios y el nuevo Digesto Normativo: “La industria del vino ya mostró lo que puede dar. Argentina produce 900 millones de litros de vino por año, lo que la convierte en el quinto productor mundial. Exportamos 800 millones de dólares anuales. Pero el consumo mundial del vino está cayendo y los gustos cambian (por ejemplo, se impone en varios países el consumo de vino sin alcohol). Por ello es un imperativo darle a la industria la flexibilidad y libertad necesarias para adaptarse a este cambiante entorno”.
Según explicó, el INV dejará de intervenir en cada una de las etapas iniciales e intermedias del proceso productivo (como la producción en el viñedo, la cosecha, la elaboración o el transporte) para concentrarse exclusivamente en el control de los productos finales embotellados, garantizando que sean aptos para el consumo y no estén adulterados.
Por otro lado, dijo Sturzenegger, “los controles de trazabilidad (certificaciones de origen, añada y varietal) pasarán a ser optativos, a disposición de los productores que los requieran en función de sus necesidades comerciales (aunque también lo podrán hacer de manera privada)”.
El control del INV pasará solo por el producto terminado y embotellado.
El ministro hizo hincapié, al momento de argumentar los cambios, en que el régimen vigente es “exagerado”. Y ejemplificó: “En 2024 el INV emitió 140.000 permisos de tránsito y realizó más de 5.000 inspecciones a bodegas. Existen registros de empresas que recibían una inspección cada 2 días. Como si esto fuera poco, el INV se encargaba de trámites innecesarios como la determinación año a año del grado alcohólico mínimo permitido para cada tipo de vino según la zona”.
Para el gobierno nacional, “menos burocracia son menos oportunidades para la corrupción”; entonces, al eliminar las fiscalizaciones intermedias, “los inspectores sólo tomarán muestras de los productos embotellados y los enviarán a analizar, cerrando la puerta para la discrecionalidad y la corrupción”.
Y cerró acordándose del volteo del Congreso a los decretos por los que Javier Milei intentó reestructurar no solo el INV, sino también otros institutos como el INTA y el Inase: “De esta manera rescatamos una de las desregulaciones que habíamos trabajado en los decretos delegados que el Congreso con extraordinaria liviandad decidió derogar. La libertad siempre encuentra su camino”.





