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Operativo en el que detuvieron a ocho hombres en situación de calle el jueves por la tarde en la plazoleta Almirante Brown.
En las últimas semanas se produjo una colección de escenas difíciles con personas en situación de calle y el tema reflotó solo, de la mano de la inseguridad. Como los cadáveres que cada tanto devuelven el mar o la montaña después de alguna desgracia.
El que salió a poner la cara con medidas de esas que el progresismo critica, fue el intendente de la Ciudad de Mendoza, Ulpiano “Yayo” Suarez. Invertirá 170 millones de pesos en cercar la plazoleta Almirante Brown -donde pernocta una treintena de personas- dotará de pistolas Taser no letales a preventores seleccionados y capacitados para la tarea, y puso mucha presión para que la pelota no esté sólo en su lado de la cancha: siete de cada diez personas de calle no son de la Ciudad. Vienen, porque es su lugar de supervivencia.
No se puede vivir en la calle
En nuestro programa “No Tenés Cara”, Yayo Suarez anunció que podría haber detenciones para las personas que de algún modo no quieran ir a un refugio, tratarse, o volver con sus familias o a sus lugares de origen. Mal que les pese a las almas más sensibles, esto es una sociedad: No se puede vivir en la calle ni ocupar el espacio público de manera indebida. Así lo regulan el artículo 16 del Código de Convivencia de la Ciudad de Mendoza, el Código Contravencional de la provincia, y la ley 6.722 que legisla los deberes y el funcionamiento de los policías.
Claro, hay que poner en la balanza que las personas de la calle padecen la pobreza, cuando no adicciones, problemas mentales, y algunos se han caído totalmente del sistema. Ni siquiera se dejan censar cuando el Estado interviene.
Por las denuncias de inseguridad y algún hecho violento, la plazoleta Almirante Brown, detrás del Hospital Central, ha sido uno de los puntos de fricción entre personas en situación de calle, vecinos y usuarios que pasan por allí.
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Grupos de personas se afincaron en la plazoleta Almirante Brown.
Foto: Diario UNO / Cristián Lozano
Alrededor del Hospital Central, la Fuesmen, el COIR y el Centro Regional de Hemoterapia circulan personas las 24 horas. La mayoría son pacientes, familiares, profesionales de la medicina y trabajadores de la salud. Es una zona sensible para la seguridad de la Ciudad de Mendoza. Justamente, el miércoles último, representantes de estas cuatro instituciones firmaron un comunicado apoyando las medidas que estuvo anunciando el intendente Suarez, como el cerco a la Plazoleta Brown, con un placero, y horarios para su uso.
En la nota, los directivos de las instituciones médicas de esa zona delimitada por las calles Salta, Alem, Montecaseros, Garibaldi y la Costanera hicieron mención expresa a la gente en situación de calle, a la inseguridad y a la violencia. Aunque se cuidaron de relacionar un problema con el otro. “Entendemos que gran parte de la gente que ocupa la plaza no merece ningún reproche” dicen, pero remarcan que delincuentes y violentos han aprovechado el contexto para generar “eventos preocupantes”. Expresaron además su temor a que la situación se agrave. Este es el documento:
carta fuesmen-hosputal-coir-crh.pdf
Primeras detenciones
La plazoleta Brown es uno de los lugares complicados de la ciudad. El jueves por la tarde hubo un operativo de la Policía para desalojar a las personas en situación de calle. También, una intervención (una más, se planifican a diario) de la Dirección de Contingencias Sociales del gobierno de la provincia. La Policía se llevó presos a ocho adultos varones, dos mujeres fueron “derivadas” a viviendas de familiares (una suerte de revinculación de prepo), y otras dos, a refugios de Desarrollo Comunitario que son administrados, organizados y gerenciados por organizaciones pastorales.
Los ocho detenidos fueron trasladados a la Comisaría 33, pero ninguno tenía antecedentes, por lo que fueron liberados. Más importante que la detención fue el desalojo. “Si no te llevás sus cosas, en unas horas los tenés de vuelta en el lugar” dijo una fuente que participó del operativo. No fueron detenidos por alguna causa en particular, sino por la potestad que tiene la Policía de “proteger los derechos de los habitantes” de la provincia, o mantener el orden público. Pero un juez los liberará en cuanto se verifiquen sus antecedentes.
El viernes por la mañana, luego de las detenciones, varias de las personas en situación de calle que ocupaban diversas zonas de la plaza con sus “refugios” de cajas, frazadas, bolsas y algunos enseres, andaban por la zona, se apostaron en algunas veredas cercanas, en las laterales de la Costanera entre Lavalle y Buenos Aires, o se corrieron a la plazoleta Alem.
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En la Ciudad tienen registradas a unas 200 personas en situación de calle.
Foto: Diario UNO / Cristián Lozano
En el Ministerio de Seguridad no están muy felices con la tarea de estar sacando gente de la calle. “Esto no lo tenemos que hacer nosotros… además los jueces se empiezan a quejar y a preguntar por qué siempre les llevamos a las mismas personas…”
Antes del operativo policial, hubo una intervención de Contingencias Sociales. De las 35 personas que abordaron, sólo 12 se dejaron entrevistar y censar para ser conducidas a los refugios, donde el Gobierno cuenta aún con unas setenta plazas que podrían ocuparse. “Cuando hacemos estos abordajes, muchas de estas personas se niegan a ir a los refugios, o a hablarnos siquiera… el 80 % tiene además problemas de adicciones, consumos problemáticos, o mentales” dice una fuente. Postal calcada del invierno.
7 de cada 10 no son de la Ciudad
Organismos del Gobierno que han estado relevando la gente en situación de calle (hoy son unos 200, pero podrían llegar a 500 ó 600 sobre todo en el invierno), coinciden en que siete de cada diez de las personas que ocupan plazas y otros lugares públicos no son de la capital mendocina.
En los últimos días, las autoridades registraron casos que ejemplifican esto: trabajadores golondrina de Tucumán que fueron robados y se instalaron a pernoctar en la plazoleta Brown. Un hombre de 40 años llamado Mauro les dijo a funcionarios municipales que es chileno, pero no tenía documentación. Lleva dos meses durmiendo en la calle Pedro Molina. No quiere ir a los refugios por la “inseguridad”, y dijo que había empezado trámites en el consulado.
En las últimas intervenciones del área social del Gobierno este mes se encontraron con dos familias completas de cordobeses. Lograron convencerlos de que regresen a su provincia, previo comprarles los pasajes. Una de las familias se fue el miércoles, y la otra se iría la semana que viene. ¿Se los puede mandar de regreso, así como así? “Sólo si están de acuerdo” aclara un funcionario. Es como una deportación interna y amigable. Si no quieren irse, hay que institucionalizarlos en la provincia.
Mientras esto sucedía, una madre con chicos llegaba a la Terminal de Mendoza, provenientes de la provincia de Buenos Aires y reportaron que no tenían dónde ir. Alguien hizo un llamado, dieron intervención al ETI y fueron a dar a un refugio.
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Situación de calle: pobreza, y marginalidad. Solución se busca...
Foto: Diario UNO / Cristián Lozano
La lista es interminable. Y hay mucha gente trabajando en el problema: la Pastoral de la Calle, el Patio Callejero, la Iglesia de la Merced, Puente Vincular, Remar, el gobierno provincial, la Ciudad de Mendoza… pero el problema tiende a agravarse de todos modos, con el condimento de la mendicidad agresiva que a veces ocurre, o de los espectáculos poco edificantes. Algunos hombres en situación de calle que viven en los parques alrededor del auditorio Bustelo, la ATM y el Colegio Martín Zapata, suelen andar en paños menores aún a las tres de la tarde, cuando el calor aprieta. No pueden estar allí.
Qué hacer por las personas en situación de calle
Esta semana habrá reuniones entre el cura Marcelo De Benedictis y el intendente Suarez, para darle una vuelta más de rosca al problema. De Benedictis es -además de vocero del Arzobispado y capellán penitenciario, entre otros cargos- delegado del Episcopado en la Pastoral Social. Tiene muy sensible el termómetro de lo que pasa en la calle. Entre tanto, nadie sabe bien cómo manipular esta papa caliente. Yayo Suarez intenta que los jueces, los fiscales, el Ministerio de Seguridad, los otros intendentes, se comprometan. “Vivimos en una sociedad” dice, y remarca que no se puede pernoctar en la calle. Tiene razón… ¿Pero cómo se saca a estas personas sin simplemente trasladar el problema? Un funcionario del Gobierno contó la intervención que tuvieron hace poco con personas en situación de calle apostadas en la Iglesia de los Jesuitas, en Colón y San Martín, de Ciudad. “Un hombre nos dijo que no se iba a ir, que esa era ‘su’ esquina, y que de ninguna manera la iba a dejar, porque ahí estaba la iglesia y la gente le daba plata”. Para esas personas, la esquina es cuestión de supervivencia diaria.
Hay varios abordajes que se debaten… Uno es el de la seguridad pública: “No pueden vivir en la calle… Si tienen problemas de pobreza pero tienen trabajo, se les puede ayudar… un subsidio para pagar una pieza o un alquiler… si están en banda total, están los refugios… si tienen problemas de salud mental, hay instituciones para eso… hay que llevarlos al Pereyra” dice un funcionario.
Desde el año pasado hay un protocolo para decidir un destino u otro de las personas en situación de calle, pero la verdad es que no hay consenso en si esto está funcionando, o cómo.
La resistencia
Además del abordaje represivo (la comisaría, o mandarlos de regreso a su provincia en los casos que cabe), están las intervenciones sociales (refugio, institucionalización, seguimiento, medicación, comida, contención, capacitación), y la cuestión política en un año de elecciones: la verdad es que la mayoría de la población se compadece de las personas que atraviesan situaciones de calle, hasta que se instalan en su cuadra, su vereda, o su barrio. Por eso hubo que mudar de la calle Patricias Mendocinas a uno de los principales refugios: los vecinos se quejaban de la inseguridad.
Por lo que se ve no hay una solución óptima, y además está la resistencia de la propia gente en situación de calle. Cerca de la Rotonda del Avión, en el Acceso Norte, hay por lo menos unas 20 personas viviendo en unas tolderías improvisadas, dentro del zanjón del Canal Cacique Guaymallén, sobre los desagües. “En el último mes hemos ido cinco veces… De todas las personas que logramos relevar, sólo dos fueron a la dirección a buscar refugio… hasta ha ido la gente de Irrigación a hablar con ellos, porque ese lugar es peligroso… Ahora han prometido ir la semana que viene, para ver si los podemos trasladar a algún refugio…” dice una fuente sabiendo que eso no va a ocurrir.
La Gran Ciudad
La Ciudad de Mendoza ya es una gran metrópoli. Con los problemas propios de una capital. A Suarez le explotó este problema, sobre el que viene advirtiendo desde hace meses a todos los organismos involucrados. Ahora, hay que resolver. La decisión sería la de evitar por todos los medios legales a mano, que personas en situación de calle se instalen en plazas, parques, calles, y veredas, mientras se intenta dar respuesta social en cada caso. Pero los que no quieran acomodarse a las reglas, van a vivir más en las comisarías que en los refugios. “Hasta que entiendan que no pueden vivir en la calle, y que hay organizaciones públicas y privadas tratando de ayudarles” dice uno de los funcionarios que trabaja en el tema.
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Situación de calle: habría entre 500 y 600 personas bajo ese estatus. Problema social creciente.
Foto: Diario UNO / Cristián Lozano
Por lo pronto, en la semana posterior a la Vendimia empezarán a cercar la plazoleta Brown, lugar por donde esta discusión se reactivó después del invierno. Alcanzará para calmar a los vecinos y usuarios de esa zona caliente. Pero no mucho más.
Hay que seguir trabajando y buscando soluciones para ayudar a esta gente, y a la vez proteger y dar condiciones de urbanidad y civismo a vecinos, visitantes y usuarios de la Ciudad.
La cuestión social es delicada, hay más personas en situación de calle que el verano pasado y no aparece una solución que conforme a todos, empezando por los propios descastados. Por eso, al final del día la cuestión se va a definir entre aspirina, o garrote.
No hay mucho más.