Análisis y opinión

¿Hay un Estado paralelo que fija sus propias reglas en el paso a Chile por Mendoza?

Los papelones de gestión ocurridos en el cruce a Chile, con plantones y esperas insoportables, parecen confirmar la falta de muñeca política en ese rubro

Más de una vez hemos escrito en esta columna sobre la preocupante desconexión que parece haber entre los gobiernos de esta Provincia y los de la Nación respecto de lo que ocurre en lo alto de la cordillera mendocina. La impresión es que en el paso a Chile florece una especie de gobierno paralelo que tiene sus propias reglas.

El cruce fronterizo entre Argentina y Chile a través de Mendoza semeja un territorio anexo donde funcionarios de ambas Aduanas o de Migraciones exhiben más poder que los cancilleres de esas dos naciones.

Quizás sea la lejanía que hay entre los complejos Cristo Redentor y Los Libertadores respecto de las sedes Ejecutivas de las dos repúblicas. Si a eso le sumamos que el ciudadano común cree percibir que la Provincia pone el grito en el cielo sólo cuando los problemas ya han ocurrido, en vez de ayudar a prevenirlos, nos hallamos ante un callejón sin salida aparente.

Promocionamos la montaña y la nieve y cuando llegan los turistas que "compraron nieve" no los dejamos llegar ni a Los Puquios o los "encapsulamos" en la ruta sin permitirles subir ni bajar.

"Vengan a la nieve" les decimos en primorosos videos de publicidad, pero Penitentes sigue cerrado por problemas con la concesión de ese complejo, que se cayó hace varios años. Seguramente en mayo del año que viene nos va a agarrar otra vez el apuro para concesionar ese centro invernal.

Ni hablar de lo que demoran las maquinarias viales en liberar de nieve la ruta tanto del lado argentino como del chileno. ¿Por qué en los Alpes o en Aspen reabren tan rápido las rutas nevadas? se preguntan en Mendozas una y otra vez.

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Los continuos problemas de gestión en la ruta a Chile y en la zona aduanera necesitan una rápida revisión. Son insoportables.

Los continuos problemas de gestión en la ruta a Chile y en la zona aduanera necesitan una rápida revisión. Son insoportables.

Poco y nada

Todo parece marcar que en Mendoza nos desentendemos de la ruta a Chile porque es de jurisdicción nacional. Sin embargo, a la vera de esa ruta internacional viven muchos mendocinos. Y todo ese sector de montaña es un imán para los visitantes que vienen a dejar plata en la Provincia.

Ese dejar hacer, ese no mostrar mayor presencia, genera a veces en los mendocinos la sensación de que los gobiernos locales se lavan las manos respecto a lo que ocurre en la principal vía terrestre que nos conecta con Chile y con el mundo.

Es como si nunca termináramos de congeniar seriamente con esta problemática, como si todo eso no sucediera en Mendoza.

Por eso es que reiteradamente se le achaca a la Provincia que su aparición se produzca cuando los problemas en el cruce a Chile ya han ocurrido, como hemos visto en las insoportables y muchas veces injustificadas demoras sucedidas este año en los controles aduaneros.

En realidad lo que debería existir es más y mejor tarea política para prevenir esas situaciones. Alguna vez se habló de mantener un comité de seguimiento de los avatares climáticos y de gestión a fin de que los días de cierre del túnel internacional fueran descendiendo. Que sepamos, eso nunca cuajó.

Hay que repetirlo: ni la Provincia ni la actividad privada han sido certeros a la hora de generar hospitalidad en toda la zona de alta montaña de Mendoza. Turismo y montaña no terminan de congeniar. En ese rubro hay atrasos en la inversión, descoordinación entre organismos nacionales y provinciales, y falta de visión para entender las nuevas realidades del turismo a la luz del cambio climático.

El factor Orozco

Pues bien, aprovechando que una buena parte de esa conexión terrestre con la tierra de Neruda se encuentra en territorio de Las Heras, el intendente Daniel Orozco, o mejor dicho, el autopostulado precandidato a gobernador en Cambia Mendoza, quiere matar dos pájaros de un tiro al aunar mejores prestaciones a los turistas y a los habitantes estables de la zona.

Con esto el radical Orozco ha empezado a explorar algunos espacios donde -cree- la administración provincial pareciera no tener aceitados todos los reflejos de gestión.

Su hoja de ruta afirma que, por un lado, hay que mejorar las problemáticas de los vecinos de Uspallata, Puentes del Inca, Polvaredas, Las Cuevas y otras localidades que forman parte de su comuna. Y por el otro, sumar para que la Provincia ofrezca en toda esa zona mejores servicios turísticos.

Orozco intenta ser un político de referencia a nivel provincial, pero para eso necesita crecer y expandirse más allá del municipalismo. La montaña y el turismo, entiende, podrían ayudarlo.

¿Y la logística?

En uno de los recientes papelones ocurridos en el cruce a Chile, suceso que derivó en plantones y demoras insoportables para miles de viajeros, Orozco se mostró activo, fue a la zona, escaneó los problemas, armó reuniones, habló con autoridades militares, propuso acciones y difundió con rapidez dichas gestiones para contrarrestarlas con cierta pachorrra de los funcionarios del Barrio Cívico.

Es que uno de los mayores déficits de los servicios turísticos de la cordillera es la tardanza en mejorar la calidad y la cantidad de los mismos. Es cierto que falta financiamiento. Pero mucho peor es la ausencia de muñeca política en la gestión.

Debemos volver a preguntarnos por qué no hay un comité eficiente de pocos funcionarios nacionales y provinciales vinculados a la logística vial en zonas complicadas de montaña (que debería activarse aquí en Mendoza) para que con la debida anticipación se prevean acciones que eviten tener cerrado por muchos días el túnel internacional. Chile debería contar con una instancia similar para conciliar acciones ejecutivas entre las dos naciones.

Hay que empezar a desarmar ese Estado paralelo que parece gobernar en lo más alto de la cordillera.

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