El 13 de julio de 1978, en un instituto físico de Rusia, Anatoli Bugorski, un científico de partículas de 36 años, cometió un error que debería haberlo matado al instante. Pero logró sobrevivir al increíble accidente.
Un rayo de protones atravesó su cara en un accidente científico pero logró sobrevivir
El científico sufrió lesiones permanentes tras el accidente pero es difícil explicar cómo no murió
Mientras el científico inspeccionaba un equipo averiado del acelerador de partículas más potente de la entonces Unión Soviética, los mecanismos de seguridad fallaron.
Antaoli Bugorski inclinó la cabeza directamente en la trayectoria de un rayo de protones del tamaño de un lápiz que estaba viajando al 99,99% de la velocidad de la luz. Literalmente, atravesó su rostro.
El rostro del científico antes del accidente radiactivo.
El insólito accidente
En ese preciso instante, Anatoli Bugorski vio un destello "más brillante que mil soles", según declaró años después en una entrevista. Pero no sintió dolor. Los receptores nerviosos fueron sobrecargados tan rápido que no registraron el impacto del accidente.
El haz de luz entró por la nuca, perforó los lóbulos occipital y temporal del cerebro, el oído medio izquierdo y salió por la nariz izquierda. Absorbió 500 veces la dosis letal de radiación para humanos. Pero igual, sobrevivió al accidente.
Tras el accidente, Anatoli Bugorski terminó su jornada laboral, anotó en su diario y se fue a casa sin alertar a nadie. Esa noche, la mitad izquierda de su cara se hinchó hasta lo irreconocible. Al día siguiente, corrió a una clínica en Rusia.
El científico ruso que sobevivió al increíble accidente.
Los médicos, convocados para "observar su muerte inminente", quedaron atónitos: en días, la piel se peló revelando el túnel calcinado. Esperaban fallo multiorgánico en el científico, pero nada: ni náuseas, ni cáncer, ni colapso inmunológico.
Rusia clasificó el accidente bajo secreto nuclear. En 2 años, los nervios faciales izquierdos del científico se quemaron lo que causó parálisis total, dejando esa mitad congelada, sin arrugas. Perdió la audición izquierda y surgieron crisis epilépticas, pero su intelecto permaneció intacto.






