Estos hechos ocurrieron durante años, hasta que la pareja se separó. Por despecho, la mujer lo denunció en 2018, pero nunca pensó ni se imaginó lo que podía pasar. Los investigadores hicieron un allanamiento en su casa, de donde el hombre se escapó. Pero al revisar la vivienda y dispositivos, encontraron fotos y videos del hombre mientras sometía a la víctima, de lo que surgió un interrogante, ¿quién había capturado esas imágenes? Y la respuesta era la que nadie quería oír: su propia madre.
La mujer quedó inmediatamente detenida, pero no quiso declarar. Antes del juicio, en una audiencia en la que se debatían las pruebas en su contra, se quebró y por recomendación de su defensor, decidió ir a un juicio abreviado y fue sentenciada a 10 años.
La captura del padrastro
El hombre estuvo prófugo dos años y los pesquisas sabían que se movía por Bolivia, Brasil y Uruguay.
Así fue como en febrero del 2021, personal de la División de Delitos contra la integridad sexual de la Policía viajó a Jujuy, donde atraparon al hombre en La Quiaca, y lo trajeron a Mendoza para ser juzgado.
El jueves pasado, cuando iba a comenzar el debate en contra del hombre de 48 años, prefirió ir a un juicio abreviado, al igual que su ex pareja, madre de la víctima. Luego de reconocer todos los hechos que cometió, fue condenado a 14 años.
La víctima
A pesar de todo lo que sufrió desde su infancia, y con una madre condenada por ser cómplice de las violaciones, la mujer estaba afuera de la sala de audiencias cuando iba a comenzar el debate contra su padrastro.
Ella quería declarar, estaba decidida, pero había tanta prueba en contra del hombre, que este prefirió reconocer los hechos y ser condenado, antes de tener que pasar por un debate como cualquier otro, donde se exponen todos los hechos.
Luego de recibir la condena, el juez que estuvo a cargo salió al pasillo para hablar con la víctima, ya que la había escuchado llorar durante un largo rato. Ella quería hablar pero tuvo una crisis de nervios y no lo hizo.
A pesar de la dolorosa infancia que tuvo, con todos sus derechos vulnerados y amenazada para que no hablara, pudo seguir su vida, se recibió de maestra y tiene el apoyo constante de una psicóloga.