A sus 13 años es probable que una joven deba detallar por tercera vez los abusos sexuales que denunció haber sufrido por parte de su padre. En un expediente con varias idas y vueltas en Tribunales, la Justicia busca esclarecer el caso que fue denunciado a mediados de 2009 y todavía no tiene respuesta certera.
Desde mediados de noviembre, S.D.B. -se reserva su identidad para no revelar la de la víctima- está siendo juzgado por abuso sexual gravemente ultrajante en un número indeterminado de veces agravado por el vínculo.
La hipótesis fiscal sostiene que el hombre de 43 años se encerraba con su hija, que por entonces tenía entre 2 y 3 años, en la pieza de un domicilio ubicado en Maipú. Allí la tocaba en sus partes íntimas, se masturbaba y en algunas ocasiones eyaculaba sobre su cuerpo. Arriesga entre 8 y 20 años de prisión.
El debate continuó este martes con declaraciones testimoniales de un psiquiatra, un médico del Hospital Español y una maestra de la víctima. Fuentes judiciales comentaron que restan un par de declaraciones para comenzar con la etapa de alegatos, donde cada parte sugerirá una pena al Tribunal.
¿Tercera declaración?
La menor de edad manifestó su intención de volver a declarar en la causa. El Tribunal integrado por los jueces Ariel Spektor, Mauricio Juan y Gonzalo Guiñazú resolverá en la próxima audiencia si es necesario volver a tomar su testimonio.
Su primera declaración formal en el expediente fue durante la investigación primaria, meses después de la denuncia que realizó su madre el 26 de marzo de 2009. En cámara Gesell, la niña ratificó con detalles los hechos a los cuáles era sometida e incluso dijo que su padre le decía que no le contara a nadie porque sino "no hay más postrecito".
A mediados de 2011 se realizó el primer juicio contra S.D.B. El 12 de abril de ese año, fue absuelto por los jueces Víctor Comeglio y Lilia Vila. Ese Tribunal también fue integrado por Julio Carrizo, quien opinó que debía ser condenado a 12 años de cárcel.
La absolución de los votantes mayoritarios se fundamentó en que no valoraron la declaración de la menor, tanto la que hizo durante la investigación primaria como la que efectuó en el mismo debate oral. En resumen, los magistrados entendieron que la prueba no podía ser considerada ya que la defensa del imputado no pudo controlarla al momento en que se realizó.
Tanto el fiscal Javier Pascua como los abogados querellantes Oscar Mellado y Graciela Cola -hoy defensora de pobres y ausentes- apelaron el fallo y lograron que la Suprema Corte de Justicia lo declare nulo en marzo del año pasado -los ministros pidieron disculpas por el "exagerado tiempo transcurrido"-.
La parte acusatoria sostuvo que en realidad la defensa de S.D.B. nunca se opuso a la incorporación de la cámara Gesell como prueba durante el juicio y que, de todas formas, pudieron controlarla ya que el testimonio se repitió durante el debate y también se presentaron los profesionales que realizaron la medida.
Para los ministros de la corte Jorge Nanclares y Mario Adaro, la declaración de la menor es fundamental ya que no hay otros testigos directos del hecho y también son importantes las pericias que avalen la veracidad del relato.
Adhirieron a los argumentos del fiscal y la querella y también consideraron que la cámara Gesell fue producida con la presencia de un defensor oficial y que también pudieron entrevistar a los psicólogos que intervinieron.
Lo cierto es que, a casi 10 años de que se realizó la denuncia, tal vez la víctima deba explicar por tercera vez con lujo de detalles los hechos por los cuales complica a su propio padre.