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Una mujer se atrincheró con sus tres hijas en su casa de Guaymallén donde la Policía fue a buscarla por una citación judicial. Ella reclamó que deberían buscar a su ex pareja, a quien el jueves denunció por abusar sexualmente de una de las niñas.

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La última en salir fue una nena de 8 años. Lo hizo de la mano de su mamá, quien debió dejar que un policía la ayudara a cruzar la calle para llegar hasta la casa de su abuela, en la calle Pedernera, a pocos metros de Correa Saa, en el corazón de San José, Guaymallén.

Alrededor de las 10 de este viernes dos policías llegaron a la casa de una mujer para llevarla a la fiscalía por una citación a la que no se había presentado. En ese momento ella se negó, y se encerró en su casa con sus tres hijas de 8, 12 y 13 años.

Llegó personal policial del Grupo de Resolución de Incidentes y Secuestros (GRIS) y mantuvo un diálogo con la mujer.

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En ese momento se enteraron de lo que pasaba. El jueves la mujer denunció a su ex pareja, brasilero y dueño de un gimnasio, por abuso sexual. Es el padre de su hija menor y fue el padrastro de las dos más grandes.

Si bien, hace mucho tiempo, que están separados, sigue en contacto con él por la niña de 8 años que tienen en común. Pero en las últimas semanas, una de sus hijas más grandes reveló los abusos sexuales a los que fue sometida cuando el padrastro vivía con ellas.

El enojo de la mujer en la mañana de este viernes era que la Policía iba a buscarla a ella, pero no fue detrás del presunto abusador sexual.

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La Policía logró que las dos niñas más grandes salieran de la casa y se cruzaran a lo de su abuela. Luego de un rato, cerca de las 11.30, la mujer accedió al pedido de los efectivos y salió con su hija de 8 años, quien gritaba: "No me separen de mi mamá", mientras lloraba desconsolada y un policía la acompañaba hasta la casa de su abuela, y su madre se subía a un auto policial para ser llevada a la Comisaría 25.

Sus familiares no quisieron contar el trasfondo de la situación, pero sí señalaron que ayer a la tarde el hombre fue a buscar a su hija y recibió una llamada donde, aparentemente alguien de la fiscalía, le indicó que no podía acercarse a las niñas.

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En la noche, un piedrazo destrozó un vidrio del portón de la casa de la abuela de las niñas, y sospechan que fue él.

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