Los investigadores tratan de reconstruir cómo ocurrió un asalto que terminó con uno de los
delincuentes muerto de dos balazos, en Guaymallén. El hecho se produjo en la medianoche del viernes
en Dorrego, cuando tres maleantes se abalanzaron sobre una pareja que sacaba un auto de una
vivienda. Los malhechores les habrían robado $1.000 y huyeron con dirección al Acceso Sur. En ese
momento, el padre de una de las víctimas salió a perseguir al trío y más tarde la policía encontró
el cuerpo de uno de los ladrones a pocos metros de la casa atacada. Debajo de él había un arma,
pero el maleante presentaba un disparo que le ingresó por la espalda.
Cuando el hijo del dueño de casa arribó con su novia a su vivienda, ubicada en cercanías del
Walmart de Dorrego, en la noche del viernes, ambos notaron que el perro de la familia estaba
vomitando sangre. Eso hizo que no quisieran perder más tiempo y, pese a que ya habían guardado el
auto en el garaje, decidieron volver sobre sus pasos y llevar al animal al veterinario.
Aparentemente, cuando sacaban el vehículo fueron sorprendidos por tres delincuentes, uno de
los cuales iba armado. Los ladrones se apresuraron a quitarle al joven de 25 años su billetera, que
contenía $1.000.
Ese dinero habría conformado a los asaltantes, quienes salieron corriendo con dirección al
Acceso Sur. Lo que ellos no sabían era que, aparentemente, un vecino habría advertido el atraco y
enseguida lo comunicó al 911.
Todo hace suponer que también el padre del muchacho asaltado alcanzó a ver a los ladrones
cuando corrían y salió detrás de ellos.
Escasos minutos pasaron hasta que el primer móvil policial llegó al domicilio indicado y
comenzó a entrevistar a la pareja de jóvenes asaltados. En ese trámite estaban cuando regresó
agitado el dueño de casa, que había salido detrás de los malhechores. Al poco tiempo alguien
informó al Comando Radioeléctrico que en la lateral este del Acceso Sur había una persona muerta.
Esos efectivos confirmaron que se trataba de uno de los ladrones que habían perpetrado el asalto.
Personal de Científica constató luego que el muerto, identificado como Héctor Hugo Varela
(28), presentaba fractura de cráneo y de maxilar –producto de un golpe con un elemento contundente–
y dos impactos de bala: uno le había perforado la mano derecha y el otro le ingresó por la espalda,
a la altura del omóplato derecho.
Sin embargo, lo que más sorprendió a los peritos era que debajo del cuerpo, que estaba boca
abajo, había un revólver calibre 22. A pocos metros, los efectivos encontraron una piedra bañada en
sangre.
El confuso hecho hizo que en poco tiempo se reuniera en el domicilio personal de
Investigaciones y de la Oficina Fiscal N°8 de San José, que trataba por todos los medios de aclarar
qué había pasado. Para sumar aún más confusión, en medio de las pericias, la policía encontró en el
frente de la casa cuatro vainas servidas cuyos calibres, en principio, no corresponderían al arma
hallada debajo del joven muerto.
Allanamiento y aprehensión
Las distintas versiones que fueron dando los involucrados en el atraco confundían aún más a
los pesquisas, por lo que, cerca de las 7, el fiscal Mauro Perassi decidió allanar la casa de las
víctimas. Allí, los efectivos encontraron un arma calibre 32 con 16 proyectiles y 14 proyectiles
calibre 22. Ese hecho y algunos cabos que parecían no poder atarse siguiendo el relato del dueño de
casa y su hijo hicieron que ambos fueran demorados en la dependencia judicial. "No están detenidos
ni imputados, sólo tenemos sospechas sobre ellos y queremos tomarles declaración para aclarar
algunos puntos", soltó uno de los investigadores.
En tanto, el fiscal Perassi esperaba ayer el resultado de balística para saber el calibre del
proyectil que mató al joven ladrón. Pasadas las 21, padre e hijo recuperaban la libertad ya que
contra ellos no habría pruebas que los vinculen con el homicidio.